Charlas trascendentales con niños de 5 y 7 años
Sé lo necesario que es hablar con los niños, de cosas vanas y de cosas importantes, con sinceridad y a su nivel, pero a veces me parece que no sólo es necesario para ellos, sino para mí también. Hace unos días, conduciendo, uno de mis momentos favoritos para charlar de todo y nada (y para soltar rollos, todo sea dicho) les suelto:
“Chicos, voy a seguir trabajando en la Máquina de Caramelos, pero me apetecía hacer cosas nuevas y en vez de continuar en el sitio en que estoy ahora, voy a otro departamento.”
“¿Y te quieres ir, mamá?”
“Sí, pedí yo cambiarme, pero ahora estoy un poco confusa: tengo ganas de hacer cosas nuevas y a la vez me siento triste por dejar a mis compañeros.”
A los niños siempre les cuento cosas, muchísimas… Y tengo buenas razones para hacerlo:
- quiero que aprendan a contarlas ellos, a identificar sentimientos, a normalizar situaciones… y eso no «sale solo»: se escucha, se ensaya, se aprende
- quiero que se sientan parte de mi vida, de toda, que sepan que no soy sólo su madre, sino que también hay “otra yo” que no conocen, pero que comparto. Quiero que sepan que confío en ellos (vamos, que estoy haciendo hucha para cuando cumplan 13…)
- quiero que cuando ellos pasen por una situación similar no se sientan solos, que sepan que las personas pasan por buenos y no tan buenos momentos, pero que encuentran caminos
- quiero que sean empáticos, que por un momento se pongan en mi piel, que sientan y piensen conmigo, que se identifiquen
- quiero compensar todos mis “¿qué tal el día?”, “¿qué has hecho hoy en el recreo?”, “¿hay algún niño en tu clase que…?” y, la del millón, aunque el cole publique el menú, “¿qué has comido hoy?”
“¿Y tus compañeros no se pueden ir contigo?”
“No, cielo, me voy sólo yo, pero tendré compañeros nuevos.”
Sí, lo sé, estas cosas son así, pero yo, aunque las tenga claras, soy una sentimental: me cuesta despedirme de buenos compañeros con los que comparto mi día a día, más horas casi que con la Refamilia, y entre los que he encontrado personas tan excepcionales, tan afines a mí…
“¿Y es más chulo el sitio nuevo?”
“Yo creo que sí; es un proyecto muy interesante y diferente de lo que hago ahora; voy a aprender mucho.”
El Primer Sol se da un minuto.
“Mamá, yo creo que has elegido bien.” Esta frase es textual; os digo que este niño nació maduro… “Es como cuando yo pasé a primaria: aprendo cosas nuevas y tengo compañeros nuevos, pero a los amigos que están en otras clases les sigo viendo en el recreo, ¿tú puedes ver a tus compañeros de ahora?”
“Sí, cuando desayuno…”
“Pues ya está: tienes un trabajo mejor y estás con tus compañeros en el desayuno.”
Pues ya está, que el lunes empiezo en el sitio nuevo, que sigo triste e ilusionada a la vez, pero que sé que la decisión es acertada. Me lo ha dicho mi hijo…