Si uno va distraído o pasa demasiado rápido por sus días, es fácil que no repare en ellas. Puede también que, aunque las vea, las acalle por falta de tiempo, de recursos o de fe en sí mismo, porque a veces caemos en la artimaña (impuesta desde fuera, desde niños, donde pintar dentro de la raya es lo importante) de que algo tan pequeño y que sólo está en tu cabeza, apenas tiene valor si lo comparas con todo lo grande que es el mundo que nos rodea…
Nada, que se me ha ocurrido migrar el blog y he estado media noche sin dormir, atrapada entre la pantalla y la angustia, que en algún momento he pensado que me había cargado a la Refamilia 2.0 (menos mal que la 1.0 no depende tanto de mis experimentos :)
El caso es que hasta que esto no esté en manos de profesionales, voy a andar en modo prueba y error y habrá cosas raras apareciendo y desapareciendo por la pantalla…
Me gustaría dejar aquí dos enlaces que me encantan y aún no he conseguido «recolocar» en su sitio», y que no me gustaría que quedasen en el limbo ni por unos días…
Y mi Creative Food Band, porque ellas se merecen estar en portada, como siempre, y porque tenemos nuevo reto rico rico…
Tengo al Cielo pelando fruta, calentando tostadora y sirviendo leche, así que me bajo a desayunar, que esto del desvelo (al final el blog es como un hijo, ya verás…) da mucha hambre…
«Mamá, te quiero.» Al Segundo Sol debo haberle rellenado el gel con Mimosín, porque no se puede ser más cariñoso :) «Te lo digo mucho porque te quiero mucho.» Dos y dos…
«Y yo a ti, mi vida…» Y me da por pensar que mucho amor pero poco casito, para variar, así que le digo «Y cuándo me haces enfadar, ¿qué?» Estaba preparada para alguna excusa, pero sorpresas te da la vida…
Me pregunto cómo sería mi relación con otra persona si yo intentase constantemente imponerle mi punto de vista. Si además intentase hacerlo mediante órdenes, amenazas, chantajes, sermones o contando hasta tres.
Lo cierto es que tengo claro cómo sería: inexistente.
La otra persona se habría dado la vuelta a la segunda imposición y me habría dicho adiós con la mano sin girarse siquiera. Yo desde luego sacaría de mi vida a una persona que no duda en decirme lo que tengo que hacer, de qué manera y cuándo.
¿Por qué entonces lo hacemos en ocasiones con nuestros hijos, que son las personas a las que más queremos? ¿Porque no se pueden ir…?
Espero estar en la playa y no en el jardín… (Segundo Sol, junio 2014)
Esta mañana he hablado un ratito por teléfono con los Soles y empieza a notarse el paso de los días, porque el Segundo Sol me ha pedido que vuelva a llamar por la tarde y por la noche, que él quiere hablar conmigo… Me derrito de amor, claro, pero no me dejo llevar demasiado por el entusiasmo, porque otras veces me suelta con mucha corrección «Mamá, estoy ocupado jugando, ¿puedo colgar?» Menos mal que el Primer Sol es todo diplomacia y siempre atiende al teléfono.
El caso es que hacía mucho que no compartía una frase y la cautela emocional me ha traído ésta a la cabeza…
Cuando el Cielo y yo nos atrevimos a protagonizar la mayor mudanza de la historia, en una cocina sembrada de cajas, rescatamos dos vajillas, dos cuberterías y dos cristalerías igual de apreciadas por sus respectivos dueños.
Yo aporté mi vajilla de cristal bicolor: los platos llanos son verdes y tienen unas flores rosas que crecen enredándose, así que combiné el resto de platos comprando la mitad rosa y la otra mitad verde, tanto en platos hondos como de postre. El Cielo trajo su vajilla blanca y lisa, de loza sencilla y resistente, con sus platos brillantes e iguales entre sí.
En los platos floreados, yo servía a los niños grandes dosis de imaginación, ingenio y alegría, y comiendo en ellos, los Soles crecieron como hermanos, compartiendo todo. Aprendieron a colocarlos en la mesa, a contar cucharadas y a negociar las últimas.
A las niñas sobre sus platos blancos, el Cielo les ofrecía dedicación y constancia, y las Estrellas se alimentaban valorando el esfuerzo y respetando las formas, esperando a que se los llenasen y saboreando comidas sencillas.
“Papá, ¿puedo decir que el Segundo Sol y yo somos hermanos?” Pego un frenazo en seco con cuatro toallas en pila entre las manos. La Estrella Mayor estaba haciendo deberes no muy concentrada, parece :)
Mi desvergonzada antena capta la respuesta del Cielo: “Bueno, puedes hacerlo, pero sabes que no sois hermanos…”
“¿Y hermanastros?” Es sorprendente cómo los niños dan significados bonitos a palabras feas… La verdad que vienen ya demandando alguna forma de llamarse entre ellos, porque lo de ‘amigos’ se quedó corto hace mucho y lo de ‘vivimos juntos’ cuando se presentan a otros, también (es un lío contarle a la gente lo que somos, la verdad. A ver cuando la RAE nos incluye en su Diccionario :)
“Lo que quieras, pero seréis hermanastros de verdad cuando Ana y yo nos casemos” Ingeniero, me lo he tenido que buscar ingeniero…
“Papá, ¿y por qué no le pides de una vez que se case contigo?” Eso digo yo, ¿por qué…?
“Tengo una propuesta para ti”, ese era el asunto de tu e-mail de hace unos meses, y ni tú ni yo habríamos conseguido imaginar todo lo que me estabas planteando entonces… Presentabas ilusionada una “proposición intolerante” y a mí me contagiaste desde el primer momento: cómo resistirse, cuando la Refamilia se asoma por esta ventana para mostrar que, aunque se antoje complicado desde fuera, las dificultades vividas con naturalidad y perspectiva enseñan a ser feliz.
Empezamos nuestra andadura cuando apenas nos conocíamos, y no puedo negar que tenía mis dudas de que finalmente conectásemos, siendo las catorce tan distintas… ¿te ocurrió a ti, María?, ¿le ocurriría a alguna de las chicas?
El 12 de junio es una fecha un tanto voluble en mi calendario personal…
Comenzó siendo una fecha de boda hace ahora 10 años, en la que el Cometa y yo (¡queda oficialmente así bautizado el padre de los Soles!) formalizamos nuestro proyecto de vida. Celebramos felizmente cinco aniversarios, pasamos por un sexto sin sentido, en mitad del divorcio, y en estos últimos cuatro años rellenando la inefable casilla de ‘separada/divorciada’ en los formularios, meramente dejo que el día pase sin más pretensiones.
El Cometa y yo fuimos amigos varios años antes de que se decidiese a besarme, y a ese beso siguieron seis años de noviazgo, otros seis de matrimonio y dos hijos. En doce años ha habido de todo, como en botica, pero cuando nuestra relación empezó a ir fatal, no supe qué hacer con los recuerdos, que tanto me atormentaban, así que metí en un cajón los luminosos y empecé a hacer recuento de los sombríos (en otro tiempo fui humana ;)
Cuando hacía terapia tras el divorcio y me enfrentaba a varios conflictos diarios con el Cometa (¿cómo es posible que con quien has compartido tantos días en armonía, seas incapaz de estar de acuerdo en nada?), Clara me dijo algo que me dejó en cierta forma marcada y que llevo intentado poner en práctica desde entonces: “Estáis definiendo una nueva relación, ¿quieres que sea una continuación de la anterior o prefieres crear una nueva?” Yo no le vi mucho sentido a dejar de tener una vida en común con alguien y conservar sólo lo peor, así que cada vez que iniciamos una nueva discusión intento vernos en nuestra nueva situación, no perpetrando antiguas guerras ya sin sentido… No siempre lo consigo, lo reconozco, pero prometo que me esmero.