Mujeres y piedras
Madre mía… No puede ser… ¡Otra vez no! Pero si ya lo hiciste en 7º de EGB y pusiste a Dios por testigo que nunca más volverías a hacerlo, aunque tuvieses que robar, ponerte horquillas o cardártelo… Y claro, no hay mejor hora que las 7.10 a.m. para hacerlo, con tranquilidad y sin presiones…
Pero sí, mírate, tu espejo es como el de la madrastra de Blancanieves pero en mudo y no miente: “has vuelto a destrozarte el flequillo y te voy a seguir devolviendo este lookmonacal durante el próximo mes”.
¿Así que para esto sirve esa variedad de tijeritas chorras que tienen las peluqueras, incluso las que parece que ni cortan? ¿Y esas técnicas en las que te cogen el pelo al bies al cortar, con las que piensas que no habrá un línea recta en tu pelo una vez salgas? Date, para esto son, para que tu flequillo no parezca cortado a guillotina…
Por qué no has parado cuando a las tijeras les costaba cerrarse, o al caer los primeros mechones que, inequívocamente, no eran las puntitas del flequillo… pero no, tú querías un flequillo con más cuerpo, no los cuatro pelillos que me dejaron la última vez. Mira que mona era Amelie y lo llevaba aún más corto… ¿Cuánto tardaría Audrey Tautou en dejarse crecer el flequillo…?
Tú tranquila, respira, no pasa nada. Te pones un poquito de rimel y ya verás que tus ojos destacan tanto que la gente ni se fijará en el pelo. ¿Y si también te pintas los labios de rojo pasión…? Total, si la última vez que pasaste de pelo largo a media melena y te diste mechas no se dio cuenta casi nadie, cómo van a apreciar que tu flequillo ha menguado medio centímetro…
¿Ves? Los Soles no han dicho ni media. El Cielo sí, pero porque te ha oído llorar en el baño, y claro, no ha podido más que sonreír, reprimir la risa y darte un besito “yo te voy a querer siempre”. Las del cole pasan, el conductor de autobús da los buenos días con normalidad… ¿lo ves, tonta?
Ahora entras en la ofi, normalidad, sonrisa, buenos días… “¿Has ido a la peluquería?” Pero no uno, ni dos, ni tres… ¡hasta el ordenanza!
24 años después, esta mujer vuelve a tropezar por segunda vez en la misma piedra. Por ver el lado positivo del asunto, al menos esta vez no lo he dejado de 2 centímetros a fuerza de intentar que quede perfectamente recto…
P.S.: Ya lo ha visto mi madre… sin compasión, es lo que tiene una madre. Incluso ha aprovechado para decirme, por enésima vez, que las mechas que llevo son horribles. Menos mal que cuando estoy mona soy la más guapa del mundo ;)
P.P.S.: Al final no lo he resistido, el pelo crece muuuuuy lentamente… he ido a la peluquería a confesar mi infidelidad… y sí, lo han arreglado un poco con unas tijeras raras y ¡no haré de paje en la función de Navidad!
Pilarito
27 noviembre, 2013 @ 20:19
Jajaja, me encanta tu relato… ¡Además qué identificada me siento! Mi peluquera siempre dice: ¿pero cómo os atrevéis a cortaros la parte más difícil y más visible del pelo? Pero siempre está ahí como una tentación… Seguro que estás preciosa =)