Cielo

Un Cielo con el que pintar toda una nueva y maravillosa vida en común. Yo pongo los Soles y él pone las Estrellas

Un post sencillo

Hoy probaré a escribir un post sencillo… uno de esos que se escriben de un tirón y que no hay que releer para entender ;)

El Cielo y yo hemos pasado varias semanas difíciles y hemos puesto mucho de nuestra parte para que en los próximos meses en la Refamilia vayamos a vivir momentos maravillosos, porque lo serán y porque estaremos muy atentos a todo lo que ocurra para disfrutarlo (¿he contado ya lo del secreto de la felicidad?, ¿lo de ser feliz con las pequeñas cosas y hacer felices a los demás…?) Estamos añadiendo juntos nuevas sensaciones al camino, de las cálidas, de las que hacen que la senda merezca tanto la pena…

Estoy deseando poner en palabras ese camino, pero aún es pronto, estamos dando los primeros pasos y no queremos trastabillar, y soy muy consciente de que primero necesito vivir para luego poder escribir, así que aunque ande un poco callada últimamente, podría decirse que estoy trabajando en futuros posts :)

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El cumpleaños de la Refamilia

Papá, ¿puedo decir que el Segundo Sol y yo somos hermanos?” Pego un frenazo en seco con cuatro toallas en pila entre las manos. La Estrella Mayor estaba haciendo deberes no muy concentrada, parece :)

Mi desvergonzada antena capta la respuesta del Cielo: “Bueno, puedes hacerlo, pero sabes que no sois hermanos…

¿Y hermanastros?” Es sorprendente cómo los niños dan significados bonitos a palabras feas… La verdad que vienen ya demandando alguna forma de llamarse entre ellos, porque lo de ‘amigos’ se quedó corto hace mucho y lo de ‘vivimos juntos’ cuando se presentan a otros, también (es un lío contarle a la gente lo que somos, la verdad. A ver cuando la RAE nos incluye en su Diccionario :)

Lo que quieras, pero seréis hermanastros de verdad cuando Ana y yo nos casemos” Ingeniero, me lo he tenido que buscar ingeniero…

Papá, ¿y por qué no le pides de una vez que se case contigo?” Eso digo yo, ¿por qué…?

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Cerrado por viaje

En unas horas viajo fuera de Madrid (cosas de mi jefe :) y ayer por la mañana se lo dije a los Soles.

«¿Tan lejos?, ¿y quién nos cuidará?» Me encanta la forma de decirlo… Siempre intento evitar expresiones tipo «me tocan los niños» y suelo emplear otras como «las niñas están con nosotros», y me gusta que ellos se vean como niños, no como maletas que se quedan con alguien.

«Pues el Cielo, claro«

«Genial, entonces el miércoles ¡tocan mimillas!» y sonrisa…

Yo finjo indignación… «Anda, ¿eso es todo lo que me váis a echar de menos?«

«No, no, Mamá, que yo te quiero mucho…«

Ni siquiera me han preguntado qué les voy a traer…

A estas alturas de la Refamilia, aún estoy un poco sorprendida, y definitivamente feliz, por que se queden tan contentos con el Cielo. Comprobaré en unos días qué tal ha ido, pero sé positivamente que con él cenarán sin rechistar, se bañarán sin que nadie necesite botas de agua y se acostarán por lo menos media hora antes… Tengo la sensación de que el Cielo llevará peor esto de dormir sólo…

Antes de irme quería dejar aquí una foto que algunos ya conocéis, y que me encanta, de este fin de semana que hemos disfrutado los seis juntos…

Refamilia in loveTermino de preparar la maleta, de achuchar a los Soles y en unos días vuelvo… ¡Me llevo poco dispositivo pero mucho lápiz y papel!

Momentos prestados

Más que prestados, son momentos compartidos, porque el Cielo los vive en primera persona y yo como embelesada observadora :)

Hace unos días tuve que salir por la tarde y el Cielo se quedó con los Soles. Tuvieron una cena distendida y llegó la hora del baño, y con ella, los mimitos de por la noche (cuando salen de la bañera, por turnos, les siento sobre mis piernas y les someto a un secado amoroso con besos y caricias incorporados; es tan parte de la rutina diaria como lavarse los dientes).

Al salir de la ducha el Primer Sol dijo: “Mamá nos hace mimitos…” Y el Cielo se sentó a los Soles, los secó e inventó las “mimillas”, que vienen a sustituir los besos por cosquillas, pero que tienen el mismo efecto halo de cariño, a la luz de los comentarios de los tres…

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Alta tensión. Un mar de dudas

alta tensión mar de dudas

Llevo un mes dándole vueltas a este post. Primero estaba todo reciente y era sólo un caos de sentimientos en la gama del azul. Luego la maraña se fue deshaciendo y pude colocar los tonos de azul en su pantone correspondiente, pero se me seguían resistiendo las palabras y sólo puede avanzar los prolegómenos de la tensión: en la Refamilia nos enfrentamos a situaciones que no se dan en una familia sin ‘re’.

Entre aquel post y éste comencé el curso de Hello! Blogging, la tercera parte de Descasados para siempre salió de la carpeta de borradores, celebré un Best Blog y tuve otros enredos que utilizar como excusa mental para no ponerme a escribir sobre esto. Así que supongo que cansado de esperar su turno, hace unos días, finalmente, el post vino a mí.

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Descasados para siempre. Parte III. Las Estrellas.

descasados las estrellas

Hermanas, por la Estrella Mayor (enero 2014)

Con las Estrellas esto del divorcio y descasarse no ha estado tan claro como con los Soles, lo que ha supuesto alguna que otra angustia, pero más que nuestra (que también) de las niñas.

Al principio simplemente parecía que la Estrella Mayor no llevaba muy bien que sus padres viviesen en casas diferentes. Si algún niño le preguntaba que a dónde iba cuando su padre la recogía un viernes, lo ignoraba, y era la Estrella Menor la que contestaba “A casa de Papá”.

Un verano, cuando tenía 7 años, estaba jugando en la piscina con una niña más pequeña, y el Cielo, escuchó como le contaba:“Vivo aquí con Papá, porque mis padres están casados pero viven en casas diferentes”.

Como sus padres no vivían juntos desde sus 5 años, la Estrella Mayor suplió lo que no le explicaron con pura lógica: sus padres estaban casados pero no vivían juntos. Tanto se había acomodado en su escudo, que cada vez que el Cielo intentaba explicarles que su madre y él estaban divorciados, ella respondía con rabia, negándolo, ante el desconcierto de la Estrella Menor, que desde que tenía un año llevaba viviendo una realidad de familia divorciada sin haberle puesto etiquetas y con naturalidad, sin pensar en lo que era “normal” o en lo que podría pensar el resto del mundo.

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Alta tensión. Prolegómenos

Señor con bigote tomando un helado debajo de un paraguas, por el Segundo Sol (julio 2013)

Señor con bigote tomando un helado debajo de un paraguas, por el Segundo Sol (julio 2013)

La Refamilia no sería una familia en condiciones si no tuviésemos dos cosas: gritos de vez en cuando y familia política. Tomen asiento porque aquí empieza, sin saber cuando escribí esta línea, un auténtico manifiesto refamiliar.

En cuanto a gritos, lo estándar, que si me toca a mí jugar, que si yo lo vi primero, que si me ha hablado mal, que si os tomáis ya la leche o dormís en la espesura del bosque… Ya se sabe, cosas de hermanos, casi hermanos y padres poco perfectos…

La familia política en nuestro caso, son «las otras familias» (tchan, tchan, tchaaaaaan), porque a las auténticas familias políticas no les hemos dejado ejercer. Nuestra prioridad eran los niños, que se llevasen bien, que estuviesen felices todos juntos… y la familia predecesora es ya mayorcita: no había que cuidarla tanto. Así que suegros y cuñados han tenido que buscarse un hueco como han podido, porque nadie ha estado nervioso al conocer a «los padres de ella» o a «la familia de él». Y, paradojas de la vida, todo ha ido como la seda, y segundas partes pueden ser mucho mejores que las primeras ;)

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Receta para crear una Refamilia

Marciano, por el Pequeño Sol (oct 2013)

Marciano, por el Segundo Sol (oct 2013)

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A veces la vida te pone en la puerta invitados inesperados, y toca improvisar una receta con los ingredientes que tienes a mano. Quizá no los tienes todos, pero a veces, de momentos en los que la creatividad se pone el delantal, surgen los bocados más deliciosos… Ésta es la receta con la que hemos empezado a crear nuestra Refamilia; hay que tener en cuenta que las cualidades de los ingredientes influirán en el resultado final, y que las cantidades de cada uno variarán a lo largo de la vida de la Refamilia.

Ingredientes

  • Una medida de Ella: mujer de 34 años descasada desde hacía año y medio, con dos hijos. Ya había pasado el duelo del divorcio y empezaba a ser nuevamente Ella, con un recién estrenado trabajo conseguido a golpe de estudio contra viento y marea. Sus Soles son las luces que la habían guiado y sostenido por todas las tinieblas pasadas. Como madre, su preocupación última es enseñar a sus hijos a ser felices, por ellos mismos y por encima de las circunstancias, a disfrutar las pequeñas cosas del día a día y a buscar el aprendizaje en sí mismo, siempre respetando y cuidando de los demás. El resto no es lo primero y ya vendrá.
  • Una medida de Él: hombre de 38 años con un año de ventaja en su estado civil de divorciado, pero aún con camino por recorrer, padre de dos hijas. Centrado en su trabajo y sus niñas, terminaba un Máster que iba favoreciendo su crecimiento personal. Su generosidad y entrega le hacen valedor del apelativo “bueno” entre sus compañeros, aunque a veces aparece “el talibán” cuando no logra hacerse con la situación. Como buen ingeniero, casi todo es medible y susceptible de encaje en algún cuadrante, poco amante de la sorpresa y defensor del control.

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Momentos para el recuerdo

Los seis en la cocina. La Estrella Mayor practica con la guitarra Greensleves, mientras el resto baila, a ratos cada uno a su aire, a ratos copiándose unos a otros. El Cielo y yo improvisamos una especie de vals, mirándonos, sonriéndonos. Los pequeños se acercan e intentan bailar a nuestro alrededor. Los voy cogiendo en brazos uno a uno y bailo con ellos. Más risas, besos
3. Estrella Mayor