Receta para crear una Refamilia
A veces la vida te pone en la puerta invitados inesperados, y toca improvisar una receta con los ingredientes que tienes a mano. Quizá no los tienes todos, pero a veces, de momentos en los que la creatividad se pone el delantal, surgen los bocados más deliciosos… Ésta es la receta con la que hemos empezado a crear nuestra Refamilia; hay que tener en cuenta que las cualidades de los ingredientes influirán en el resultado final, y que las cantidades de cada uno variarán a lo largo de la vida de la Refamilia.
Ingredientes
- Una medida de Ella: mujer de 34 años descasada desde hacía año y medio, con dos hijos. Ya había pasado el duelo del divorcio y empezaba a ser nuevamente Ella, con un recién estrenado trabajo conseguido a golpe de estudio contra viento y marea. Sus Soles son las luces que la habían guiado y sostenido por todas las tinieblas pasadas. Como madre, su preocupación última es enseñar a sus hijos a ser felices, por ellos mismos y por encima de las circunstancias, a disfrutar las pequeñas cosas del día a día y a buscar el aprendizaje en sí mismo, siempre respetando y cuidando de los demás. El resto no es lo primero y ya vendrá.
- Una medida de Él: hombre de 38 años con un año de ventaja en su estado civil de divorciado, pero aún con camino por recorrer, padre de dos hijas. Centrado en su trabajo y sus niñas, terminaba un Máster que iba favoreciendo su crecimiento personal. Su generosidad y entrega le hacen valedor del apelativo “bueno” entre sus compañeros, aunque a veces aparece “el talibán” cuando no logra hacerse con la situación. Como buen ingeniero, casi todo es medible y susceptible de encaje en algún cuadrante, poco amante de la sorpresa y defensor del control.
- Una pizca de Primer Sol: por esas fechas un niño de 5 años y medio, cariñoso y responsable. Con baterías de preguntas que siempre tienen una respuesta acorde a su edad, tiene muy clara su vida y no se deja influir por el qué dirán (fue el primer niño en ir a danza en el cole). Es muy reflexivo y maduro y su hermano es su mejor complemento, siempre juntos. Es “el guapo” y lo sabe.
- Una pizca de Segundo Sol: con 3 años y medio en aquellos días, es la alegría y el trasto de la familia. De inteligencia rápida e imaginación portentosa, tiene una sonrisa para todo el mundo; fiel seguidor de los dictados de su yo, ha desquiciado a más de uno. Futuro ganador de un Óscar a la interpretación, es fan número uno de su hermano mayor. Es “el salao” y lo aprovecha.
- Una pizca de Estrella Mayor: por aquel entonces a punto de cumplir los 7, es la rebelde de un sistema no parametrizado para ella: creativa, artística, magnífica narradora, no soporta los deberes y otros lastres. Durante mucho tiempo princesa, vadea como puede el destrone. Generosa como su padre, tiene casi siempre un pensamiento para los demás. A veces necesita un empujoncito para emprender nuevas aventuras.
- Una pizca de Estrella Menor: 3 años recién cumplidos, traviesa, pizpireta, capaz de arrancarle una sonrisa al más pintado. Busca la atención de su hermana mayor pero no siempre lo consigue. Con un sentido del humor impropio de su edad, siempre te queda la duda de si va en serio o eres víctima de sus encantos.
Preparación
Para la base inicial
Se inicia una relación entre personas adultas, con kilos de experiencia a sus espaldas y una cierta intuición de lo que se quiere y lo que no. Es preferible que se tenga la fortuna de encontrar a quien nos complemente, como alma y como proyecto de vida, y en lo que no ayuden los hados, añadir a la receta grandes dosis de tolerancia, generosidad y empatía. Todo lo que merece la pena, requiere un esfuerzo.
En el momento de la preparación de la base no se piensa en el plato final, sino que se los ingredientes se dedican, principalmente, a saborearse y disfrutarse. Si la base no fragua adecuadamente, se resquebrajará al añadir el relleno.
Para el relleno
Una vez se tiene claro el relleno deseado, se inicia su preparación, a fuego lento, despacito para que vaya cuajando en el más pausado de la relación, pero lo suficientemente vivo para que no desespere al más impaciente. La vida tiene tiempos que son más sabios que los tiempos de las personas.
Dada la delicadeza de los ingredientes a incorporar, hay que ir introduciéndolos poco a poco en la receta, especialmente si están en diferentes grados de maduración, evitando las etiquetas y dejando que se relacionen, se conozcan y se quieran de manera natural.
De esta forma, las pizcas irán cobrando protagonismo en la receta, y pedirán homogeneizar la mezcla, queriendo pasar cada vez más tiempo juntos, entre ellos y con los ingredientes primigenios.
En ocasiones, se pueden mezclar ingredientes primigenios con un grupo de pequeños ingredientes pero no con el otro, para ir forjando vínculos necesarios para el buen fin de la mezcla. En ningún caso hay que descuidar la maduración de los ingredientes iniciales, que deben mimarse y construir su propia relación.
Para la cobertura
Una vez conseguida la mezcla óptima y madurados todos los ingredientes para que estén en sazón, se vuelcan en un molde apropiado, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño. Téngase en cuenta que, con los ingredientes mezclados, se obtendrá un plato que realzará las propiedades de cada uno, y subirá la mezcla en el horno. A partir de este momento, el plato preparado será el que los ingredientes construyan para sí, y recibirá el nombre de refamilia. ¡A disfrutar y chuparse los dedos!
Nuestra receta lleva cociéndose dos años y poco, y llevamos en el mismo molde casi medio. Me inventé el término un día, cansada de explicar que éramos dos familias juntas, una “requetefamilia”, y como ésa, inventamos cosas todos los días, para construir algo que no tiene manual, como casi nada en la vida. Todos nos hemos adaptado a nuestra nueva realidad, creciendo (el talibán se esfumó, aprendemos a disfrutar sin agobios, los miedos se van yendo a otros lares, nos organizamos en listados…). Somos los seis muy distintos y buscamos la fórmula que nos complemente y enriquezca a todos y, de momento, nuestros pasos nos llevan por el camino de la felicidad del día a día, que es el que lleva a la Felicidad.
En otras entradas iré desgranando la receta para que se entienda ;)
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Noelia
6 julio, 2014 @ 10:47
Todo un ejemplo de cómo si la vida te ofrece… peras, pues a comer peras! Hay que vivir, sí señor y si para ello hay que inventar familias pues se inventan. Enhorabuena Ana!
Ana Refamilia
6 julio, 2014 @ 23:11
Gracias, Noelia!
Con ese espíritu tan alegre seguro que eres también una experta en macedonias, que la vida está muy rica para quedarse esperando a que otros inventen cómo comerla ;)
Un beso muy grande
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Yolanda
22 septiembre, 2014 @ 10:57
Estoy impactada. Somos dos minifamilias con planes de hacer una refamilia, y por primera vez encuentro información, vivencias y muchos trucos y aprendizajes que me encanta leer. Te descubrí hace 2 días y me tienes enganchada al móvil leyendo hasta horas indecentes, para ponerme al día. GRACIAS!
Ana Refamilia
22 septiembre, 2014 @ 16:36
Gracias a ti, Yolanda!!!
Haces realidad uno de los sueños del blog: compartir con otras refamilias! Nosotros tampoco teníamos ninguna referencia y, si de alguna manera nuestra vivencia os sirve de inspiración, hacéis que el blog tenga aún más sentido :)
Y, de manera más personal, mil gracias por estar enganchada a mis palabras…
Un beso muy grande para todos, y cualquier cosa que necesitéis, no dudes en escribirnos!
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