«Mamá, te quiero.» Al Segundo Sol debo haberle rellenado el gel con Mimosín, porque no se puede ser más cariñoso :) «Te lo digo mucho porque te quiero mucho.» Dos y dos…
«Y yo a ti, mi vida…» Y me da por pensar que mucho amor pero poco casito, para variar, así que le digo «Y cuándo me haces enfadar, ¿qué?» Estaba preparada para alguna excusa, pero sorpresas te da la vida…
Me pregunto cómo sería mi relación con otra persona si yo intentase constantemente imponerle mi punto de vista. Si además intentase hacerlo mediante órdenes, amenazas, chantajes, sermones o contando hasta tres.
Lo cierto es que tengo claro cómo sería: inexistente.
La otra persona se habría dado la vuelta a la segunda imposición y me habría dicho adiós con la mano sin girarse siquiera. Yo desde luego sacaría de mi vida a una persona que no duda en decirme lo que tengo que hacer, de qué manera y cuándo.
¿Por qué entonces lo hacemos en ocasiones con nuestros hijos, que son las personas a las que más queremos? ¿Porque no se pueden ir…?
Espero estar en la playa y no en el jardín… (Segundo Sol, junio 2014)
Esta mañana he hablado un ratito por teléfono con los Soles y empieza a notarse el paso de los días, porque el Segundo Sol me ha pedido que vuelva a llamar por la tarde y por la noche, que él quiere hablar conmigo… Me derrito de amor, claro, pero no me dejo llevar demasiado por el entusiasmo, porque otras veces me suelta con mucha corrección «Mamá, estoy ocupado jugando, ¿puedo colgar?» Menos mal que el Primer Sol es todo diplomacia y siempre atiende al teléfono.
El caso es que hacía mucho que no compartía una frase y la cautela emocional me ha traído ésta a la cabeza…