los otros padres

Pues sí, los Soles y las Estrellas tienen «otros padres» (la Supernova es la madre de las Estrellas y el Cometa el padre de los Soles) que nos generan alguna que otra angustia, pero que nos permiten disfrutar de fines de semana «de novios» cuidando de nuestros retoños como sólo los padres saben hacerlo

Hijos compartidos

 

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Estimados Académicos,

Les rogaríamos adjunten al expediente de la creación del vocablo ‘Refamilia’, la inclusión de una salvedad en la primera acepción del verbo ‘Compartir‘:»no conjugable con el complemento directo hijos«. Coincidarán con nosotros en que compartir hijos no es equivalente a repartirlos, dividirlos o distribuirlos. En el primer caso, los hijos se engrandecen y en el segundo menguan.

Atentamente,

La Refamilia

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Espejito, espejito mágico…

Suena el despertador, el Cielo murmura algo, me da medio beso y se arrebuja en el edredón. Me levanto de la cama, aún dilucidando si no debería haber solicitado un tiempo de gracia de cinco minutos más, pero ya estoy en el baño, frente a mí, en el espejo.

Cuento las prendas que llevo sobre el brazo, esperando paciente y decidiendo cuál me pondré primero; sonrío a la dependienta que retira la cortina del probador y la cierra tras mi paso. Dos minutos, tres metros cuadrados, y ya tengo organizados bolso, ropa que traía, ropa que ya veremos si me llevo. Subo la cremallera y tiro de la falda del vestido hacia abajo, pasando las manos por la tela para asegurarme de que no ha quedado ningún pliegue. Levando la vista para ver el resultado final y ahí estoy, frente a mí, en el espejo.

Semáforo en verde. Espero a que los coches se detengan y cruzo la calle a paso vivo. Camino ‘enmimismada’ observando los pasos de mis zapatos y una ráfaga de viento me distrae. Levanto la vista, giro la cabeza y veo que entre mis zapatos andantes y mi cabeza pensante, el cristal oscuro de un gran edificio de oficinas revela que hay un cuerpo; el reflejo devuelve mi mirada sorprendida, frente a mi, en el espejo.

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Amor propio

Hace mucho que sé que, como otras cosas, el amor perfecto no existe; cada «te quiero» lleva encerrado un «quiero a ti» que no sólo da, sino que pide y, francamente, perfecto o no, creo que está bien así.

Cuando nacieron los Soles pensé que lo había encontrado, que daba todo el amor había en mí (más del que nunca había imaginado que cupiese en un corazón) y no pedía nada a cambio, pero mira, no: he pasado de conformarme con una ‘sonrisa de cantarito satisfecho‘ después de mamar, a pedirles que recojan los juguetes, pongan la mesa, cuelguen sus abrigos, ayuden con la cena y se sienten derechos (madre mía, ¡y el post del Ayudante de Mamá aún sin escribir!) pero me parece que así es un amor bastante perfecto, porque no sólo cuido yo de ellos, sino que les enseño a cuidarse y así nos cuidamos todos. Confío en estar enseñandoles a amar…

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Nuevos momentos

graduación 1El 12 de junio es una fecha un tanto voluble en mi calendario personal…

Comenzó siendo una fecha de boda hace ahora 10 años, en la que el Cometa y yo (¡queda oficialmente así bautizado el padre de los Soles!) formalizamos nuestro proyecto de vida. Celebramos felizmente cinco aniversarios, pasamos por un sexto sin sentido, en mitad del divorcio, y en estos últimos cuatro años rellenando la inefable casilla de ‘separada/divorciada’ en los formularios, meramente dejo que el día pase sin más pretensiones.

El Cometa y yo fuimos amigos varios años antes de que se decidiese a besarme, y a ese beso siguieron seis años de noviazgo, otros seis de matrimonio y dos hijos. En doce años ha habido de todo, como en botica, pero cuando nuestra relación empezó a ir fatal, no supe qué hacer con los recuerdos, que tanto me atormentaban, así que metí en un cajón los luminosos y empecé a hacer recuento de los sombríos (en otro tiempo fui humana ;)

Cuando hacía terapia tras el divorcio y me enfrentaba a varios conflictos diarios con el Cometa (¿cómo es posible que con quien has compartido tantos días en armonía, seas incapaz de estar de acuerdo en nada?), Clara me dijo algo que me dejó en cierta forma marcada y que llevo intentado poner en práctica desde entonces: “Estáis definiendo una nueva relación, ¿quieres que sea una continuación de la anterior o prefieres crear una nueva?” Yo no le vi mucho sentido a dejar de tener una vida en común con alguien y conservar sólo lo peor, así que cada vez que iniciamos una nueva discusión intento vernos en nuestra nueva situación, no perpetrando antiguas guerras ya sin sentido… No siempre lo consigo, lo reconozco, pero prometo que me esmero.

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Momentos curiosos

Volvíamos ayer en el coche de un cumpleaños la Estrella Menor, los dos Soles y servidora (la Estrella Mayor estaba con el Cielo en su ensayo de coro). Lo he comentado en alguna ocación, pero cuando falta uno de los cuatro, el equilibiro que tienen montado se rompe, y surgen situaciones nuevas que hay que resolver. El Refamilia-wagen tiene tres filas y seis asientos, y cuando vamos todos juntos suelen sentarse la Estrella Mayor con el Segundo Sol, y la Menor con el Primero; alternan la primera y segunda fila de la parte trasera del coche según un complejo algoritmo refamiliar al que hemos llegado tras muuuucha discusión sobre equidad, justicia y ‘porque yo lo valgo’.

Era ya un poco tarde, y tener que repartir asientos sólo para tres había desencadenado una perorata del Primer Sol, inmerso en un absurdo monólogo sobre el turno anterior y el siguiente. Los demás estabamos en el mismo estado, así que le dejamos desahogar su cansancio, incluso aunque ya llevabamos un rato cada uno en su asiento e íbamos hacia casa…

La Estrella Menor no es especialmente charlatana, pero cuando se decide a hablar no da puntada sin hilo…

Lo mejor sería un coche que tuviese una fila de delante con cuatro asientos, así no discutiríamos… No, lo mejor sería un coche con cuatro asientos para conducir y cuatro volantes…«

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Momentos extraños

Mujer, pájaro y estrella, por el Primer Sol

Mujer, pájaro y estrella, por el Primer Sol (2010)

Tenía momentos para el recuerdo, momentos prestados y es el turno de los momentos de difícil catalogación…

Sólo he vivido dos momentos con la madre de las niñas, con la Supernova.

El primero fue un poco antes de formar la Refamilia, cuando ya teníamos fecha de mudanza. El Cielo tenía que ir a llevarle unas cosas de las Estrellas y había varias formas de hacerlo, y ella eligió la que implicaba que yo también fuese. Y allá que fui yo, con mi short fucsia, mi blusa negra y la sonrisa pintada, a pasar por el momento que tenía que llegar antes o después, porque si un día los Soles comparten parte de su vida con alguien, también quiero poder mirarla a los ojos…

De ese día recuerdo que se me presentó con su nombre y me resultó curioso, como si después de tantos meses de conocer mi existencia fuese necesaria la formalidad. Recuerdo que las niñas estuvieron cariñosas pero comedidas, y me alivió, porque me habría sabido fatal que fuesen muy efusivas. Recuerdo que no volvió a dirigirse a mí hasta que nos despedimos, hablando todo el tiempo con el Cielo los temas que tenían pendientes. Recuerdo que el encuentro podría haber durado un minuto, pero que ella lo alargó a diez y no dejó de observarme por el rabillo del ojo. Recuerdo que, a pesar de mi sonrisa, estaba hecha un flan, pero prefería interpretar mi papel al suyo…

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Alta tensión. Un mar de dudas

alta tensión mar de dudas

Llevo un mes dándole vueltas a este post. Primero estaba todo reciente y era sólo un caos de sentimientos en la gama del azul. Luego la maraña se fue deshaciendo y pude colocar los tonos de azul en su pantone correspondiente, pero se me seguían resistiendo las palabras y sólo puede avanzar los prolegómenos de la tensión: en la Refamilia nos enfrentamos a situaciones que no se dan en una familia sin ‘re’.

Entre aquel post y éste comencé el curso de Hello! Blogging, la tercera parte de Descasados para siempre salió de la carpeta de borradores, celebré un Best Blog y tuve otros enredos que utilizar como excusa mental para no ponerme a escribir sobre esto. Así que supongo que cansado de esperar su turno, hace unos días, finalmente, el post vino a mí.

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Alta tensión. Prolegómenos

Señor con bigote tomando un helado debajo de un paraguas, por el Segundo Sol (julio 2013)

Señor con bigote tomando un helado debajo de un paraguas, por el Segundo Sol (julio 2013)

La Refamilia no sería una familia en condiciones si no tuviésemos dos cosas: gritos de vez en cuando y familia política. Tomen asiento porque aquí empieza, sin saber cuando escribí esta línea, un auténtico manifiesto refamiliar.

En cuanto a gritos, lo estándar, que si me toca a mí jugar, que si yo lo vi primero, que si me ha hablado mal, que si os tomáis ya la leche o dormís en la espesura del bosque… Ya se sabe, cosas de hermanos, casi hermanos y padres poco perfectos…

La familia política en nuestro caso, son «las otras familias» (tchan, tchan, tchaaaaaan), porque a las auténticas familias políticas no les hemos dejado ejercer. Nuestra prioridad eran los niños, que se llevasen bien, que estuviesen felices todos juntos… y la familia predecesora es ya mayorcita: no había que cuidarla tanto. Así que suegros y cuñados han tenido que buscarse un hueco como han podido, porque nadie ha estado nervioso al conocer a «los padres de ella» o a «la familia de él». Y, paradojas de la vida, todo ha ido como la seda, y segundas partes pueden ser mucho mejores que las primeras ;)

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