Nostalgia maternal
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En las últimas semanas he tenido nostalgia maternal. Ni siquiera sé si está tipificado como tal, pero de pronto añoro la época en la que mis Soles eran solecitos… no cuando eran muy bebés, sino cuando tenían aproximadamente 3 y 5 años, una vez superado mi agujero tras el divorcio. Ellos ya estaban en plena niñez y yo me sentía nuevamente feliz, reencontrada después de mucho tiempo, dispuesta a ofrecer a mis niños horas de dedicación y juegos. Les cantaba, inventaba cuentos a apagadas, bajábamos al parque, les desgranaba la Ilíada, hacíamos manualidades… leía el Primer Sol sus primeras palabras y el Segundo aprendía de él, había hora del baño y gomets después de cenar. Se vestían solos y ponían la mesa, e incluso trepaban a la encimera por los cajones de la cocina si querían algo, y yo apenas me enfadaba…
Ahora no sé si es porque son más mayores y necesitan menos de mí, porque yo he favorecido su independencia y ellos valoran sus momentos; o porque yo busco cada día tiempo para mí y ellos se administran forzosamente el suyo, pero para mí, aunque pasemos el mismo tiempo juntos, lo compartimos menos. Ellos juegan a sus cosas, yo avanzo con las mías; hablamos más que antes de nuestro día y las ocurrencias de cada uno, pero en el coche o mientras cenamos, haciendo otras cosas a la vez; cada vez se responsabilizan más de sus cosas (preparan conmigo la cena, su almuerzo del recreo, echan su ropa a lavar, sacan cada uno un piso del lavavajillas) y cada vez tienen más claro lo que quieren y lo que no, con más enfrentamientos cuando la voz interior del Primer Sol le dice que la mía no es ya la única en hacer dictados…
Incluso a las Estrellas estaba más dedicada antes que ahora… como los cuatro juegan tan bien juntos, como hay tantas alternativas de juego, como tengo tantas cosas que hacer… Al final tengo la sensación de que compartimos tiempo de verdad cuando salimos de casa, cuando mi única ocupación posible es estar con ellos, disfrutar con ellos allá donde vayamos.
No sé si es nostalgia o sentimiento de culpa por haber aprendido a dedicarme más tiempo a mí misma, a mi fotografía, a mis palabras, a las muchas personas con las que ahora de mi vida… Tengo tantas cosas en la cabeza, tantas listas de cosas por hacer en un sólo día… tal vez deba seguir el postulado de la Madre Tigre y pasar al modo victory log, porque ahora siento que la vida está ahí, al alcance de mi mano pero yo no estoy. Y, cuando el día amanece nublado, me echo de menos…
Pero es que llevo varias semanas empeñada en que algo ha cambiado entre mis hijos y yo. El Cielo me ha firmado un manifiesto en el que ratifica que soy una madre maravillosa y entregada, y que nada enturbia mi relación con los Soles, y ha añadido un corolario en el que incluye a las Estrellas, que siguen disfrutando de una Ana excepcional, pero algo en mí se empeña en mirar con lupa cada momento, dudando de su veracidad, planteándome si algo oscuro se esconde detrás.
Porque ellos siguen queriendo que me siente con ellos y veamos algo juntos, porque me ayudan con la cena para que tengamos todos un ratito más de juego, porque los mimitos «de por la mañana» y «de por la noche» siguen siendo deseados, como los cinco minutos en la cama de cada uno antes de dormir, porque me dan besos como soles que son y me dicen las palabras que alegran el corazón de toda madre «Mamá, eres la mejor mamá del mundo»…
Porque ellas siempre llaman al timbre y no esperan a que abra su padre para darme un abrazo, porque me siguen pidiendo que cuente historias de mitología a la menor oportunidad, porque me cuentan mil y una historias y se cuelgan de mi mano cada vez que salimos por la puerta…
Porque según escribo esto y ellos hacen deberes, el Segundo Sol ha gritado «te quiero, mamá» :)
Yolanda
20 enero, 2016 @ 12:13
Ana! Me voy a apuntar a tu «victory log», porque me pasa lo mismo, que no paro no parece que no he hecho nada… y entra esa maraña de nadas se me escapan momentos que me gustaría -como a tí- seguir compartiendo con mis niños…
Para mí el reto es separar lo que es dedicarme más tiempo para mí, y dedicarlo a cosas que no me aportan. Entonces creo que encontraré (quizá) el equilibrio.
Los nenes crecen (yo tengo aún uno pequeño, ya sabes), y cada paso que dan hacia su independencia es a la vez una victoria y una pérdida. Nos tendremos que acostumbrar! Y llevarlo lo mejor posible.
Yo soy más de celebrar la independencia (quizá porque lo soy yo misma) y cada paso que dan en esa dirección me llena y alegra, aunque algún latido de nostalgia de mis niños pequeñitos, cuando me necesitaban para todo sí se me cruza.
Me quedo -personalmente, pero tú también lo has comentado- con la ganancia de formar más parte de su vida en cuanto a comunicación: que me cuenten sus cosas, esa confianza creciente, son toneladas de satisfacción!
Besazos
PD: estoy segura de que el Cielo, aparte de amoroso, es objetivo y realista cuando te ha firmado ese manifiesto de que eres una madre estupenda :)
Ana Refamilia
24 enero, 2016 @ 18:01
Jajajaja! Sí, el Cielo ha firmado, Yolanda!
Para mí el reto es como el tuyo: quedarme con lo esencial, con lo que realmente me aporta, no sólo para no robarme tiempo a mí misma, sino al final a mi familia también. Y cada vez tengo más claro que lo esencial no vive dentro de un smartphone, sino fuera ;) Una no avanza en equilibrio, así que no sé si lo encontraremos algún día!!
Yo creo que, además de que la relación cambie, que obviamente lo va haciendo según crecen, es una proyección de mis propios miedos de madre, de si yo me dedico a mis cosas y ellos a las suyas, a lo mejor nos perdemos… cuando en realidad todos nos sentimos más plenos dedicándonos a lo que nos gusta. El mayor desde el verano es un lector empedernido y, si bien es cierto que se dedica mucho tiempo, también compartimos muchas aventuras comunes…
Vamos, que las madres somo un caso, siempre preocupadas! ;)
Un besazo!
Lau
20 enero, 2016 @ 12:48
«porque ahora siento que la vida está ahí, al alcance de mi mano pero yo no estoy» Si en algún momento tengo un ápice de duda de por qué siento TAL conexión contigo sin conocerte, sólo basta con leerte una vez más, justo en ese momento, justo cuando estoy pasando por lo mismo, justo cuando le digo a mi amiga «siento que estoy pero no estoy».
Ganas enormes… tremendas de charlar contigo.
Se nos hacen mayores!!
Ana Refamilia
24 enero, 2016 @ 18:03
Es serendipia, ¿sabes? Esas conexiones que parecen casuales pero que no lo son… Cuando quieras encantada de ver esos ojazos y esa sonrisa al otro lado de un café…
Gracias, mil gracias por conectarte
Laura
20 enero, 2016 @ 23:02
Ay Ana, por qué siempre escrutinizamos tanto lo que hacemos como mamás? Y a veces, son solamente sensaciones, como tú dices. Pero es que se hacen mayores estos pequeñajos. Yo aún no lo puedo comparar, porque Elsa sólo tiene 3 -a punto de cumplir 4 – pero ya me doy cuenta de que hay cosas que cambian, poco a poco, pero cambian.
Supongo que no nos queda otra que exprimir cada momento – y estoy segura de que tú lo haces!! Un besazo
Ana Refamilia
24 enero, 2016 @ 18:05
Eso digo yo, Laura, este no vivir tranquila haciéndolo de una manera ni de otra… todo el día la cabeza en funcionamiento! Como dices, a disfrutar momentos, que a eso no nos gana nadie :)
Un beso grande para ti y otro enorme (como para niña de casi 4) para Elsa!!
Sara M.
21 enero, 2016 @ 00:31
Jo Ana, que eso ya lo pensaba yo sola sin que me contaras tu parte :(
Con 12 y 15 no sé si te puedes hacer una idea. Quizá los momentos más «vividos» son las cenas cuando salimos de casa, en pocas ocasiones. Me paso el día dando instrucciones, porque veo que no se organizan bien y no llegan. Pero a mí no me gusta. Tantísimo rato encerrados en sus cuartos; cuando salen, a veces para ir a la academia u otras actividades. Lo que les gusta no es estar con su madre, sino hablar a todas horas con sus amigos. Al peque le corto más, pero a la mayor no puedo tenerla encerrada toda la tarde, y cuando sale quitarle sus relaciones sociales. Qué difícil.
Hoy en el sofá he llamado al niño para que me contara una cosa, y he intentado darle la mano. Me ha preguntado que para qué, y no ha querido hacerlo. Me ha dejado hecha polvo (aunque el fin de semana que no estaba su padre, durmió conmigo en la cama).
Propósito de este 2016: pasar más rato con ellos a solas…
Sara M.
21 enero, 2016 @ 00:32
¡No te vayas a sentir culpable! Que releyéndome parece que es culpa tuya el recordármelo, y no es así!!!
Ana Refamilia
24 enero, 2016 @ 18:14
Con esas edades, supongo que se debaten entre el quiero ser mayor y el necesito a mi madre… La verdad que yo recuerdo perfectamente esa edad en que lo más importante en el mundo eran mis amigos, y mi madre quería aconsejarme pero yo no me dejaba; y eso que siempre fui una «niña buena», que nunca dio un disgusto en casa… Pero ahora que soy madre me siento culpable, la verdad, aunque entienda que son cosas de la edad, porque ella debió pasarlo mal, como cuentas tú ahora…
Creo que tu propósito es perfecto, pasar tiempo juntos y a ser posible fuera de casa, para que no haya nada de lo que ocuparse o por lo que regañar; ¡casi como un fin de semana romántico!
Estoy segurísima de que las manos volverán, aunque tarden unos añitos en hacerlo, al igual que las tuyas volvieron a tu madre.
Un beso muy muy grande y mil gracias por compartir unas edades tan desconocidas y difíciles, Sara.
Aroa
21 enero, 2016 @ 12:19
Qué bonito Ana! Pues no dudes de que te quieren igual o más por ser una persona completa y por hacer o intentar hacer las cosas que te hacen feliz que es dedicarse a ellos pero también a ti. Sino no sería lo mismo.
Yo he crecido con una madre que trabajaba de sol a sol, mi aita llegaba a las 19h y hacíamos los deberes y baños con él hasta que empezamos a hacerlo solos pero nunca me ha faltado. Es la calidad lo que cuenta, no la cantidad y yo ahora me lo rememoro con mi niño.
Un abrazo enorme! Me encanta saber de vez en cuando de ti y de los tuyos.
Ana Refamilia
24 enero, 2016 @ 18:18
Tu niño tiene una madre maravillosa, Aroa, con mil inquietudes que él «heredará» :)
Es verdad que hacer muchas cosas es también un ejemplo para ellos, que vean que no sólo uno trabaja y está en casa, sino que también disfruta de momentos y aficiones, y que tener hijos no te hace dejar de ser quien eres, ¿no?
Me ha encantado el «nunca me ha faltado»… que no nos falte… que no les falte.
Gracias por pasarte esos de vez cuando (no consigo ser tan prolífica como tú… ya me contarás cómo lo haces!)
Irene MoRe
29 marzo, 2016 @ 09:26
Llego tarde, como a todo, porque desde que soy madre de dos es imposible hacer todo lo que quiero hacer. Por la mañana trabajo y por la tarde es dedicación casi completa a los enanos hasta que se duermen. Quizá algún día me pase como a tí y «eche de menos» estar con ellos o «eche de más» tener más tiempo para mí, pero ahora mismo lo que quiero es eso, que sean un poco más independientes, que jueguen más entre ellos, para yo poder tener un tiempo para mí.
Espero que ya se te haya pasado esa sensación y que lo veas todo desde otra perspectiva.
Besos.
Pensamiento DiverGente
8 abril, 2016 @ 19:09
Te entiendo perfectamente porque yo estoy igual hace años . Aunque tengo mono de bebè , disfruto de esta etapa de 11 y 15 años de distinta manera, sin màs dramas ni problemas asimilando Què son grandes para algunas cosas pero para otras siguen siendo Los niños de mamà. Lo Bueno Es quedarte satisfecha con Què tus Chicos Sean buenas personas como tù Los has educado pues Es inevitable Què crezcan.
Un saludo