Cuando uno tiene una Refamilia no sólo se enfrenta a preguntas tipo cómo se mete un bebé en la barriga de su mamá o cómo se apaña el ratón Pérez para enterarse de que se te cae un diente; nosotros hemos debido de dejar de ser padres amateur y nos han pasado a la categoría profesional, porque aquí el elenco de dudas existenciales infantiles roza casi el surrealismo…
Cuando aún no había cumplido tres años, el Segundo Sol se me perdió.
Llevaba un año descasada y habíamos ido los tres a pasar el día a una dehesa con otra familia. Los niños estaban viendo algo en un riachuelo con el marido de mi amiga, a escasos metros de donde estabamos nosotras hablando, pero había algunas matas entre los dos grupos y, aunque oíamos el barullo, no nos veíamos.
Llegaron el Primer Sol con su amigo y su padre; “¿Y el Segundo Sol?” “No está con nosotros, mamá. Ha dicho que se venía contigo…”
Empezamos a buscarle, esperando encontrarle detrás del primer arbusto, pero por más que le llamamos, no aparecía. Mi amiga no lo dudó un momento y llamó al 112; yo pensaba que exageraba, pero no sé si alguna vez he agradecido tanto una llamada de emergencia. Tampoco me había sentido nunca tan confortada por unas lágrimas de madre…
Espero estar en la playa y no en el jardín… (Segundo Sol, junio 2014)
Esta mañana he hablado un ratito por teléfono con los Soles y empieza a notarse el paso de los días, porque el Segundo Sol me ha pedido que vuelva a llamar por la tarde y por la noche, que él quiere hablar conmigo… Me derrito de amor, claro, pero no me dejo llevar demasiado por el entusiasmo, porque otras veces me suelta con mucha corrección «Mamá, estoy ocupado jugando, ¿puedo colgar?» Menos mal que el Primer Sol es todo diplomacia y siempre atiende al teléfono.
El caso es que hacía mucho que no compartía una frase y la cautela emocional me ha traído ésta a la cabeza…
En unas horas viajo fuera de Madrid (cosas de mi jefe :) y ayer por la mañana se lo dije a los Soles.
«¿Tan lejos?, ¿y quién nos cuidará?» Me encanta la forma de decirlo… Siempre intento evitar expresiones tipo «me tocan los niños» y suelo emplear otras como «las niñas están con nosotros», y me gusta que ellos se vean como niños, no como maletas que se quedan con alguien.
«Pues el Cielo, claro«
«Genial, entonces el miércoles ¡tocan mimillas!» y sonrisa…
Yo finjo indignación… «Anda, ¿eso es todo lo que me váis a echar de menos?«
«No, no, Mamá, que yo te quiero mucho…«
Ni siquiera me han preguntado qué les voy a traer…
A estas alturas de la Refamilia, aún estoy un poco sorprendida, y definitivamente feliz, por que se queden tan contentos con el Cielo. Comprobaré en unos días qué tal ha ido, pero sé positivamente que con él cenarán sin rechistar, se bañarán sin que nadie necesite botas de agua y se acostarán por lo menos media hora antes… Tengo la sensación de que el Cielo llevará peor esto de dormir sólo…
Antes de irme quería dejar aquí una foto que algunos ya conocéis, y que me encanta, de este fin de semana que hemos disfrutado los seis juntos…
Termino de preparar la maleta, de achuchar a los Soles y en unos días vuelvo… ¡Me llevo poco dispositivo pero mucho lápiz y papel!
Personajes: Estrella Mayor, Estrella Menor, Primer Sol, Segundo Sol y servidora.
Situación: Montados los cinco en el Refamilia-wagen, con el Cielo invitado gentilmente a un evento profesional. Últimamente prefiero conducir yo porque me fríen a preguntas y a «cuéntanos cosas», y así tengo la excusa de tener que ir pendiente de la carretera (malamadre que es una). Pero esta vez iba sola con ellos a un taller de alfarería y no había escapatoria posible… Hablando de trascendentalidades de la vida, la Estrella Mayor me pregunta:
-«Ana, ¿tú quieres tener nietos?«
-«Sí, claro: cuando los Soles tengan la edad adecuada, me encantará que tengan hijos…» Yo siempre meto cuñas de madre en estos temas, no puedo evitarlo :)
Acusamos recibo de las necesidades manifestadas e iniciamos diversos trámites para dar cumplida respuesta a cada una de ellas.
Quedamos a la espera de conocer su satisfacción con las medidas adoptadas y aprovechamos para enviarle un cordial mordisquito.
Atentamente,
Equipo Directivo de la Refamilia
Cada uno a su ritmo
Pues si, cariño, cada uno a su ritmo y yo la primera, que si bien es cierto que no tengo que colocar todos los lego en una formación muy concreta antes de ir a lavarme la cara, también lo es que mi recién descubierto espíritu instagramero me susurra que tengo que fotografiar algo sí o sí, incluso aunque se enfríe la cena ;)
Y he hecho un gran descubrimiento al respecto: para poder ir despacio, necesitamos más tiempo. Tiempo para disfrutar de nuestras cosas propias y entre nosotros. Tiempo para que no tengamos que mirar el reloj constantemente y podamos estar en el ahora sin pensar en lo siguiente.
Me he dado a la loca vida de priorizar y ya no pretendo hacer mil cosas a la vez, sino disfrutar de la que tengo entre manos cada vez. A veces levantarse un poco antes y disponer de ese tiempo es más importante que quedarse diez minutos más en la cama. A veces hay que marcar tiempos para no robarle tiempo a lo siguiente (si se alarga la cena innecesariamente, nos metemos en la ducha atacados, o nos saltamos el cuento, o se me escapa algún grito… y no merece la pena)
Sé que va a parecer pasión de madre, pero tengo evidencia casi científica de que el Segundo Sol es un visionario… o bien lo es porque sabe identificar y expresar sus necesidades, o bien lo es porque embauca a las ponentes de los talleres de padres a los que voy (no se puede ser buena madre si no te angustias, por lo menos, por una docena de teorías educativas), pero sin duda, lo es.
Esta es la lista de demandas que ha ido desgranando el Segundo Sol, algunas veces con moderación y prácticas de buen orador; otras con los ojos llenos de lágrimas y la indignación pintada en la voz, según el caso…
“Mamá, dice la profe que cada niño tiene su ritmo, y que hay que respetarlo” Yo suelo responder con un “No tengas morro, que llevas media hora cenando, no has parado de hablar y sólo has comido pan, no es que comas despacio, ¡es que no comes!”; “Vale, ¿pero me das más pan?” Grandes argumentos para conseguir objetivos ocultos, ¿qué va a ser este niño de mayor? No me lo digáis, que no quiero saberlo. Yo estoy ilusionadísima preparándome para la alfombra roja, que si Di Caprio llevó a su madre, seguro que el Segundo Sol me lleva a mí cuando le den el Óscar a mejor actor.
Guardia imperial accidentado tras chocar su A-wing con una pared de bloques…
Cuando éramos minifamilia y vivía sola con los Soles, a veces imaginaba esta escena: la madre inconsciente (¡o aún peor!) y los niños, tan pequeños, llamándola «mamá, ¡mamá!» sin obtener respuesta, con lágrimas cayendo por sus mejillas al no comprender por qué su madre, siempre solícita, no les atiende… Suena el teléfono varias veces a lo largo de la mañana, pero el interlocutor no alcanza a imaginar la tragedia, y desiste… Pasan las horas, los niños solos, nadie se da todavía cuenta y ellos con pena y hambre…
Pero yo no soy dramática, conste en acta… Digamos que el Primer Sol heredó la parte reflexiva y responsable y el Segundo la imaginativa y creativa. Como la imaginación ya entró en escena, le toca a la responsabilidad representar su papel, y de la posibilidad de que ocurriese algo similar, surgió el primer protocolo de emergencia.
Llevo toda la semana a vueltas con las ideas y las palabras, el post que empecé el martes se ha convertido en dos, y a domingo por la noche sigo con las ideas, las palabras y los dos posts enmarañados, así que he decidido dar a todos unos días de descanso y regalarnos unas sonrisas con las frases célebres del Segundo Sol :)
De mi pequeño cuadernito maravilloso, frases de mi Sol, que si con cuatro años leía, con dos ya se estrenaba en esto de las frases célebres caseras.
«Mamá, eres preciosa» Ya, lo sé, no es una frase que roce la genialidad, pero si era por regalar sonrisas, la mía es enorme…
Más que prestados, son momentos compartidos, porque el Cielo los vive en primera persona y yo como embelesada observadora :)
Hace unos días tuve que salir por la tarde y el Cielo se quedó con los Soles. Tuvieron una cena distendida y llegó la hora del baño, y con ella, los mimitos de por la noche (cuando salen de la bañera, por turnos, les siento sobre mis piernas y les someto a un secado amoroso con besos y caricias incorporados; es tan parte de la rutina diaria como lavarse los dientes).
Al salir de la ducha el Primer Sol dijo: “Mamá nos hace mimitos…” Y el Cielo se sentó a los Soles, los secó e inventó las “mimillas”, que vienen a sustituir los besos por cosquillas, pero que tienen el mismo efecto halo de cariño, a la luz de los comentarios de los tres…