El Segundo Sol y las teorías educativas

Sé que va a parecer pasión de madre, pero tengo evidencia casi científica de que el Segundo Sol es un visionario… o bien lo es porque sabe identificar y expresar sus necesidades, o bien lo es porque embauca a las ponentes de los talleres de padres a los que voy (no se puede ser buena madre si no te angustias, por lo menos, por una docena de teorías educativas), pero sin duda, lo es.

Esta es la lista de demandas que ha ido desgranando el Segundo Sol, algunas veces con moderación y prácticas de buen orador; otras con los ojos llenos de lágrimas y la indignación pintada en la voz, según el caso…

  • Mamá, dice la profe que cada niño tiene su ritmo, y que hay que respetarlo” Yo suelo responder con un “No tengas morro, que llevas media hora cenando, no has parado de hablar y sólo has comido pan, no es que comas despacio, ¡es que no comes!”; “Vale, ¿pero me das más pan?” Grandes argumentos para conseguir objetivos ocultos, ¿qué va a ser este niño de mayor? No me lo digáis, que no quiero saberlo. Yo estoy ilusionadísima preparándome para la alfombra roja, que si Di Caprio llevó a su madre, seguro que el Segundo Sol me lleva a mí cuando le den el Óscar a mejor actor.

  • Mamá, ¿juegas conmigo?, pero sólo conmigo…” Esta petición no existía antes de empezar nuestra vida en Refamilia, pero supongo que un hermano de siempre y dos nuevas rehermanas son muchas personas con las que compartir a una madre, amén de un Cielo que me besa, me abraza y baila conmigo en la cocina.
  • Mamá, yo quiero un lugarcito que no haya que limpiar.” Un lugarcito es un espacio que se crea el Segundo Sol para estar a solas con sus pensamientos, que a todas luces ocupan mucho. Se coge varios juguetes que le gusten en ese momento, sus cajas de minerales, varios dibujos o inventos (todos, invariablemente, llevan celo) y a Mantita, y los coloca primorosamente en un rincón de la casa. Allí se pasa un rato a sus cosas (es una pena, con esto de crecer, cada vez usa más la voz interior y menos el parloteo) y te invita a entrar si le apetece. El caso es que a los tres días, le tengo que desmontar el lugarcito por razones operativas, y es una tristeza tremenda para los dos.
  • ¡Todo el día: ‘haz esto, haz lo otro’! ¡yo quiero hacer lo que me dé la gana, mamá!, ¡¡quiero ir a mi bola y no hacer ni caso!!” Esto me lo dijo un sábado después de pasarse el día jugando fuera con los otros tres y la tarde haciendo manualidades (ahí con washi tape, el celo sólo para los inventos); para darle más dramatismo al asunto, estaba tal cual le traje yo al mundo después de la ducha, con lágrimas de impotencia cayendo por su barriga. “Pero si llevas todo el día jugando y haciendo lo que te da la gana…” “No, que yo no quería jugar tanto, ¡pero los demás me obligaban!” Tengo que hacerlo muy discretamente, porque si se me nota, el drama alcanza proporciones épicas, pero no puedo evitarlo: me tengo que reír… ¿se puede tener más morro?, pues sí “Mira, hijo, no es que yo lo mande, es que a la hora del baño hay que bañarse y a la de dormir hay que acostarse, y tira, que si no te doy en el culo y así lloras por algo” Esto es arsenal de madre heredado (la mía nos lo decía a mi hermano y a mí y los llantos se cortaban al minuto) y no creo que lo avale ningún pedagogo, pero a las once de la noche y con un niño que lo que necesita es dormir, Maquiavelo inventó aquello de que el fin justifica los medios.

Como las demandas son recurrentes, casi todas lógicas y no parecen el capricho de un berrinche de verano, he acudido a mi arsenal de madre guay :)

En el próxima entrega, la respuesta de la Dirección de la Refamilia ;)

Sonrisa Segundo Sol