Alta tensión. Prolegómenos
La Refamilia no sería una familia en condiciones si no tuviésemos dos cosas: gritos de vez en cuando y familia política. Tomen asiento porque aquí empieza, sin saber cuando escribí esta línea, un auténtico manifiesto refamiliar.
En cuanto a gritos, lo estándar, que si me toca a mí jugar, que si yo lo vi primero, que si me ha hablado mal, que si os tomáis ya la leche o dormís en la espesura del bosque… Ya se sabe, cosas de hermanos, casi hermanos y padres poco perfectos…
La familia política en nuestro caso, son «las otras familias» (tchan, tchan, tchaaaaaan), porque a las auténticas familias políticas no les hemos dejado ejercer. Nuestra prioridad eran los niños, que se llevasen bien, que estuviesen felices todos juntos… y la familia predecesora es ya mayorcita: no había que cuidarla tanto. Así que suegros y cuñados han tenido que buscarse un hueco como han podido, porque nadie ha estado nervioso al conocer a «los padres de ella» o a «la familia de él». Y, paradojas de la vida, todo ha ido como la seda, y segundas partes pueden ser mucho mejores que las primeras ;)