Momentos extraños

Mujer, pájaro y estrella, por el Primer Sol

Mujer, pájaro y estrella, por el Primer Sol (2010)

Tenía momentos para el recuerdo, momentos prestados y es el turno de los momentos de difícil catalogación…

Sólo he vivido dos momentos con la madre de las niñas, con la Supernova.

El primero fue un poco antes de formar la Refamilia, cuando ya teníamos fecha de mudanza. El Cielo tenía que ir a llevarle unas cosas de las Estrellas y había varias formas de hacerlo, y ella eligió la que implicaba que yo también fuese. Y allá que fui yo, con mi short fucsia, mi blusa negra y la sonrisa pintada, a pasar por el momento que tenía que llegar antes o después, porque si un día los Soles comparten parte de su vida con alguien, también quiero poder mirarla a los ojos…

De ese día recuerdo que se me presentó con su nombre y me resultó curioso, como si después de tantos meses de conocer mi existencia fuese necesaria la formalidad. Recuerdo que las niñas estuvieron cariñosas pero comedidas, y me alivió, porque me habría sabido fatal que fuesen muy efusivas. Recuerdo que no volvió a dirigirse a mí hasta que nos despedimos, hablando todo el tiempo con el Cielo los temas que tenían pendientes. Recuerdo que el encuentro podría haber durado un minuto, pero que ella lo alargó a diez y no dejó de observarme por el rabillo del ojo. Recuerdo que, a pesar de mi sonrisa, estaba hecha un flan, pero prefería interpretar mi papel al suyo…

La segunda vez que nos vimos, yo acompañaba al Cielo a una actividad extraescolar de la Estrella Mayor, hace un par de meses. Mientras él estaba con las niñas y su madre, yo le esperaba poniendo al día mis cosas (¡ya tenía blog!) Estaba en el coche y la Supernova me vio. No la oí desde dentro, pero avisó a las niñas; la Estrella Mayor vino muy contenta a darme un beso y bajé del coche. La Estrella Menor iba cogida de su mano, y lo que sucedió en el siguiente minuto está grabado a cámara lenta en mi memoria…

La Estrella me llamó sonriente y se adelantó. La Supernova soltó su mano y la niña vino a mí. Me agaché para recibirla y mi sonrisa debió ocupar toda la acera… Nos abrazamos y no sé muy bien qué nos dijimos, pero cuando nos despedimos, me dio un beso y comenzó a caminar hacia su madre, la cabeza aún vuelta hacia mí, y volvió a cogerse de su mano.

Sé que es imposible encerrar con palabras la sensación, el que su madre la dejase ir, que la Estrella me diese una porción de lo que me da en nuestra intimidad, que el instante tuviese la duración apropiada, que volviese con su madre, dejando claro con sus gestos, el lugar de cada una. Y, de alguna forma, nos conectó…

Cuando hay algún conflicto con la Supernova (siempre en el lado de la frontera del Cielo: nunca he cruzado con ella más palabras que las de esos dos encuentros), cuando imagino qué pensará o qué sentirá, incluso cuando no entiendo su forma de concebir las cosas, acudo a este recuerdo. Sigo sin comprenderla la mayor parte de las veces, no nos engañemos, pero mi mirada intenta ser más amable: es la madre de mis Estrellas…

No tengo ni la más remota idea de cómo ha vivido ella estos dos momentos, pero por si sus sensaciones son menos templadas que las mías, prefiero no saberlo ;)