El cumpleaños de la Refamilia

Papá, ¿puedo decir que el Segundo Sol y yo somos hermanos?” Pego un frenazo en seco con cuatro toallas en pila entre las manos. La Estrella Mayor estaba haciendo deberes no muy concentrada, parece :)

Mi desvergonzada antena capta la respuesta del Cielo: “Bueno, puedes hacerlo, pero sabes que no sois hermanos…

¿Y hermanastros?” Es sorprendente cómo los niños dan significados bonitos a palabras feas… La verdad que vienen ya demandando alguna forma de llamarse entre ellos, porque lo de ‘amigos’ se quedó corto hace mucho y lo de ‘vivimos juntos’ cuando se presentan a otros, también (es un lío contarle a la gente lo que somos, la verdad. A ver cuando la RAE nos incluye en su Diccionario :)

Lo que quieras, pero seréis hermanastros de verdad cuando Ana y yo nos casemos” Ingeniero, me lo he tenido que buscar ingeniero…

Papá, ¿y por qué no le pides de una vez que se case contigo?” Eso digo yo, ¿por qué…?

Hija, pues ya veremos, cuando llegue el momento…” Sólo espero que llevemos a los niños de pajes y no de testigos, porque a este paso…

Pero si lo estás deseando, papá, ¡pídeselo ya!

¿He mencionado alguna vez lo mucho que quiero a la Estrella Mayor?

Ay, déjalo, que ya veremos…

Tú sí que quieres, tú sí que quieres…” Con la cantinela, el Cielo emprende su huída y así también yo la mía, componiendo las toallas para tener una coartada creible y esconder una sonrisa que iluminaba el pasillo :)

Y hace justo una semana la Refamilia cumplió un año… no sólo hemos pasado de tener cajas de mudanza a juguetes diseminados por el salón, sino que hemos pasado de ser dos familias que se juntan a una refamilia de verdad.

La conversación a hurtadillas ya es motivo suficiente para sentir el corazón colmado, pero que sea la Estrella Mayor la que me pide en matrimonio, para poder ‘legítimamente’ ser hermana de los Soles, da aún más valor al sentimiento…

Cuando decidimos unir nuestras vidas, ella seguía encerrada en su “mis padres están casados pero no viven juntos”, y lo único que se nos ocurrió ante la angustia que generaba la situación, fue plantearles a los niños nuestro proyecto sin ponerle nombre, para que fuese compatible con su no aceptación. Así que como nos queríamos tanto y éramos tan felices juntos, habíamos decidido compartir nuestras vidas. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, como no podía ser de otra manera.

Y en un año, que tan poco tiempo y tantas cosas contiene, hemos pasado de la negación a la petición de mano… No sé cómo lo hemos hecho, porque no hay supernanny de refamilias, pero precisamente por eso, hemos ido avanzando sin compararnos más que con nuestras propias expectativas. Yo particularmente no me había planteado excesivas complejidades, y sencillamente hemos “ido haciendo” (es una frase de mi abuela, anem fent :) A lo mejor esta falta de planificación parece un riesgo, pero es que con lo rica que es la vida en situaciones, cada vez estoy más convencida de que es imposible anticipar, y que mayor es el riesgo de angustiarse con un futuro inventado que nada tiene que ver con la realidad: he optado por tener principios claros y utilizarlos a lo largo del camino.

Así que el Cielo con su mano derecha y yo con mi mano izquierda (curiosamente, la metáfora es muy real) hemos construido un hogar, en el que cuatro niños crecen felices, con dificultades que hay que resolver pero también lleno de momentos que vivir.

Mentiría si no dijese que me encantaría detener el tiempo, vivir eternamente en este presente, con nuestros hijos de 5 a 9 años, en nuestra preciosa casa… estoy convencida de que cuando echemos dentro de muchos cumpleaños la vista atrás, recordaremos esta época con especial cariño, y la añoraremos… pero todo cambia, porque aunque no cambiase nada de lo que nos rodea, cambiaríamos nosotros, y seguiríamos esta constante adaptación que supone la vida.

Hace una semana todos juntos y hoy los dos solos… desde el día siguiente las Estrellas fueron con su madre y los Soles con su padre. Son gajes de Refamilia, que como siempre tienen dos caras… una te deja soledad en el corazón y más de una lágrima en la mirada (aún hoy, aún «acostumbrados») y otra te da tiempo de pareja, para no mirar el reloj, comer cualquier cosa y hacer uso del dormitorio a cualquier hora.

De momento hemos celebrado este primer ‘cumpleaños de la casa‘, como ellos lo llaman, como es debido: con una tarta tres chocolates y una vela con un “1”, que volveremos a usar dentro de 9 años acompañada de un “0”, y la soplaremos con 14, casi 15, 17, 18, 50 y 45 años. Madre mía… ¿no da vueltas la habitación?

Espero seguir compartiéndolo con vosotros y, puestos a pedir, lucir anillo, aunque nuestro compromiso no podría ser mayor ;)

tarta de cumpleaños de la refamilia