Hay personas que

Mujeres llevando agua, por el Primer Sol (2010)

Mujeres llevando agua, por el Primer Sol (2010)

Hay personas que, por su mero existir, hacen del mundo un lugar mejor. No están en los medios, no reciben honores ni las buscan personajes ilustres para recibir su consejo, pero te cambian la vida con una palabra, un gesto o la forma de andar por ella.

Yo que soy rica en amores, grandes y pequeños, tengo la suerte de convivir con personas así todos los días. Vaya por delante que mi suerte no es haberlas encontrado entre la multitud, que mi suerte es tener la capacidad de verlas, donde quizá otros miran y ven normalidad…

Me falta blog e internet incluso para dar una pincelada de todas y cada una (están en mi casa, en mi trabajo, caminando por la calle, tienen un registro en mi agenda o leo lo que escriben en su blog), pero aquí van unas pocas, sin orden ni concierto.

Una mañana lluviosa en Goya, muy prontito, en 3º. de BUP, un señor con barba parado bajo un soportal, me sonrió desde su paraguas. No pude evitar mi sonrisa, nació sola sin que me diese tiempo a hilar un pensamiento, y juro que el gris del día se iluminó. Puede no parecer una gran gesta, pero recuerdo ese momento con todo detalle, y a veces me sorprende y me sigue arrancando una sonrisa. Desde entonces, y por otras razones que contaré en algún párrafo, sonrío aleatoriamente a la gente por la calle.

En esa etapa de mi vida se forjó mi Yo, mi núcleo, al que me remito cuando vivo una crisis existencial y no sé qué hacer o a dónde ir, el que intento que prevalezca sobre otras cosas que no me definen, el que me ha motivado a empezar el blog y a sacar todas esas cosas que sí me definen. Los artesanos, entre otros, fueron mis queridos profesores y mis compañeros.

No recuerdo los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial ni las declinaciones de latín (bueno, un poco sí ;) pero me enseñaron a analizar los temas, a desgranarlos, a comprenderlos, a hacerlos sencillos y, por el camino, a amar el conocimiento. Me hicieron ver lo grande que es el ser humano por las cosas que es capaz de crear, de comprender, de aprender. Me dieron herramientas para estudiar el mundo e interesarme por él, y desarrollaron capacidades que me acompañan hoy en muchos ámbitos. Me dieron herramientas para que yo a mis hijos hoy, pueda transmitirles ese mismo amor por el aprendizaje. Y me enseñaron a apreciar el trabajo bien hecho, con mimo y dedicación. Para cada uno tengo un pensamiento, para los que están y para los que ya nos dejaron.

Para mis amigos tendré que hacer otro post, que de verdad soy multimillonaria, y sería tan injusto dejar a alguien fuera…

Y otro para post mi madre, claro, aunque lo mismo necesito unos cuantos… Por mi madre sé que el amor es infinito, y la generosidad, su fruto más dichoso. Curiosamente, eso mismo me han enseñado mis Soles… Todos mis post son de y para ellos.

Hay una persona que es quizá la que más ha enriquecido mi vida. Seguramente lo vislumbraba desde pequeña, pero tuvo que irse para que fuese plenamente consciente del ejemplo vital que me ha regalado, moldeándome más de lo que puede haberlo hecho la genética. Mi abuelo, con sus acciones del día a día, me enseñó que estamos aquí para hacer felices a los demás, y que tu vida no es algo que venga determinado por las cosas que te pasan, sino por cómo te enfrentas a ellas.

Hacer feliz a alguien no es la cosa más difícil del mundo, sino algo tan sencillo como soltarle un piropo gracioso a la vecina del tercero cuando pasa cerca del banco en el que lees el periódico (aunque pese 100 kgs y vaya en bata), guardarle el perro a un amigo que tiene que hacer un recado, darle un caramelo algo maltrecho a un niño (siempre llevaba caramelos en el bolsillo, siempre) o preguntarle a una chica qué tal está su madre, que hace unos días se encontraba mal. Lo feliz que hagas a la persona que recibe tu atención es directamente proporcional a la capacidad que tenga para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida…

Lo de las cosas que te pasan es algo más complicado, porque hay que estar hecho de una determinada pasta para ver el vaso medio lleno. Lo paradójico es que, en nuestro día a día, y sin desgracias de por medio, siempre está medio lleno, y las cosas buenas superan con creces las malas; sin embargo hay personas que se concentran en sentir la china en el zapato sin reparar en el campo de flores sobre el que caminan. Mi abuelo me enseñó a saber mirar y a encontrar las cosas maravillosas que están en todas partes, esas que hacen que sonría cada mañana y disfrute de instantes invisibles a los ojos de otros menos afortunados.

Hay personas que, para el que sabe ver, hacen que la vida tenga sentido. Entre ellas, el Cielo sobre el que puedo vislumbrar cualquier horizonte…