Hora de ir al cole…

hora de ir al cole

La primavera, por el Segundo Sol (mar 2014)

prisa, según la RAE

1. f. Prontitud y rapidez con que sucede o se ejecuta algo.

2. f. Necesidad o deseo de ejecutar algo con urgencia.

[…]

andar alguien de ~.

1. loc. verb. U. para referirse a quien parece que le falta tiempo para cumplir con las ocupaciones y negocios que tiene a su cargo.

dar ~.

1. loc. verb. Instar y obligar a alguien a que ejecute algo con presteza y brevedad.

darse alguien ~.

1. loc. verb. Acelerarse, apresurarse en la ejecución de algo.

de ~ y corriendo.

1. loc. adv. Con la mayor celeridad, atropelladamente, sin detención o pausa alguna.

meter alguien ~.

1. loc. verb. Apresurar las cosas.

La que suscribe suele ir de prisa y corriendo. Más por necesidad que por deseo, como todos, aunque he de reconocer que una vez subida al carro, a veces es difícil discernir. Dándole vueltas al tema me descubro altruista, porque mi prisa suele venir motivada por el bienestar de los niños: para que lleguen pronto al cole y puedan desayunar tranquilamente, para que terminen pronto los deberes y puedan jugar, para que terminen pronto la cena y puedan leer, para que se acuesten pronto y puedan descansar. ¿Y hay algún fin mejor que el bienestar de los hijos…?

Pues sí: su cordura ¡y la mía!

Los Soles desayunan en el cole, así que cuando se levantan sólo tienen que hacer pipí, lavarse la cara, peinarse, ponerse el uniforme (primorosamente preparado en su silla), calzarse, ponerse el abrigo y coger su mochila. Desde los tres años saben hacer todo eso solitos (es un decir; el Segundo Sol se lava la cara con una mano a la espalda y sin mojarse la nariz, pero se la lava él. Yo hago repaso cada varios días para eliminar posibles acumulaciones y se queja de que la cara no se lava con tanta agua :) así que hagan sus apuestas, señores, ¿cuánto se tarda en hacer esas tareas?, ¿diez minutos?, ¿doce?, ¿la señora del sombrero dijo quince? Adjudicado a la madre que les levanta cuarenta y cinco minutos antes de salir. Sí, sí, cuarenta y cinco.

El curso pasado era una madre inexperta, de esas que pensaba que para sus hijos era mejor dormir que vivir, así que les levantaba veinte minutos antes de salir. Tras varias semanas de llantos, dramas y gritos de patio de vecinas, dos cosas me hicieron reflexionar. La primera fue el Segundo Sol entre lágrimas: “Mamá, es que yo necesito mi tiempo para hacer las cosas, me lo dice la profe.” Acabáramos, 4 años y una profe que sabe de mi hijo más que yo. La segunda fue un comentario del padre de las criaturas, al que el Primer Sol le había mencionado que siempre llegábamos tarde al cole por las mañanas. Esto que es el acabáramos: dejándome día tras día las cuerdas vocales al grito de “Daros prisa, que llegamos tarde” y al final van y se lo creen…

Y esto no podía quedar así, claro, tenía yo que ingeniar nuevas armas para mi arsenal de madre

Primera medida: levantarles media hora antes. Qué digo media, tres cuartos de hora antes. Y es que en esas semanas vine observando que ellos, además de todas esas cosas que yo les digo que tienen que hacer, necesitan (literalmente) hacer otro montón de cosas más: recibir mimitos para salir de la cama, saltar sobre ella, buscar las zapatillas por tres habitaciones, mirarse en el espejo y poner caras antes de lavarse, andar un poco en bolas aunque la casa esté a 18º, elegir los calzoncillos para que combinen con el color de sus ojos, jugar con un coche que quedó sin recoger ayer, contarse el uno al otro no sé qué… Yo ya ni miro, para no alterarme. Ya meteré prisa para que se acuesten media hora antes, si acaso…

Segunda medida: componer el Hora de ir al Cole, una maravilla del coro familiar…

No sabían la hora por aquel entonces, pero poco importaba, porque a las 7:55 la cantinela suena en la alarma del móvil marcando el ‘primer aviso’. En cuanto resuena por la casa nos movilizamos como cuando iban a disparar el cañón en casa de los Banks: todo el mundo a correr para estar con los zapatos puestos en el ‘segundo aviso’, a las 8:00. Hay un tercero y un cuarto, pero como lleguemos al último, la charla de camino al cole está asegurada (sí, esa, la charla de madre abnegada que se levanta a las 6,45 para que sus hijos tengan almuerzo que llevar al recreo, mientras ellos, seres desagradecidos, dilapidan su tiempo mirando cromos)

Con los niños siempre es un misterio por qué las cosas funcionan o no, pero creo que ésta lo hace porque

  1. la canción la cantamos los tres, y la familia que canta unida, permanece unida, como en Sonrisas y Lágrimas
  2. la medida fue aprobada por unanimidad, porque estábamos los tres hartos de empezar el día a gritos o a llantos, según la víctima
  3. mide el tiempo de forma relativa y no absoluta: puedo adelantar y retrasar la alarma según el día o lo pillada de tiempo que vaya yo… vale, esto ellos no lo saben, pero indudablemente contribuye al buen desarrollo de la mañana
  4. va de contar… Yo no sé por qué, pero cuando cuentas «3, 2, 1…» hay una amenaza implícita que hace que espabilen, incluso aunque no tengas pensado que ocurrirá si llegas a 0…

Total, que pasamos de llegar al cole casi tarde, gritando y con churretes a llegar a tiempo, sonrientes y caminando. Así que mi do it yourself de organización de hoy no tiene tijeras ni pegamento, sólo tecnología e imaginación…

Este curso, ya en Refamilia, lo seguimos haciendo igual, pero he de confesar que a la que pilla por sorpresa el ‘primer aviso’ es a mí… Tendré que andar más deprisa ;)