Relaciones
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Me pregunto cómo sería mi relación con otra persona si yo intentase constantemente imponerle mi punto de vista. Si además intentase hacerlo mediante órdenes, amenazas, chantajes, sermones o contando hasta tres.
Lo cierto es que tengo claro cómo sería: inexistente.
La otra persona se habría dado la vuelta a la segunda imposición y me habría dicho adiós con la mano sin girarse siquiera. Yo desde luego sacaría de mi vida a una persona que no duda en decirme lo que tengo que hacer, de qué manera y cuándo.
¿Por qué entonces lo hacemos en ocasiones con nuestros hijos, que son las personas a las que más queremos? ¿Porque no se pueden ir…?
Bueno, tal vez más adelante los Soles y las Estrellas sí tengan la opción de irse, una opción que no tendrán otros adolescentes “con una sola casa”, pero mi miedo no es ese… mi miedo tiene que ver con la madre, la persona que quiero ser. Y con mi concepto de la crianza: no educo a mis hijos para que queden bien en una comida, hagan todo lo que se les manda o no tengan una rabieta en el supermercado. Los educo para que sean adultos responsables, con criterio y capacidad para dirigir su vida y ser felices.
Si no confiamos poco a poco en su criterio, si por evitarles un sonrojo en clase nos ponemos morados para que preparen sus cosas, si por que no se queden una noche sin cenar recurrimos a la extorsión, si para que se pongan una chaqueta lanzamos miradas heladas… ¿somos mejores padres? ¿De verdad el fin justifica los medios? En aras de que no pasen vergüenza, hambre o frío, pasamos todos un via crucis de nervios, ira y llantos (sé que no es todos los días, pero creo que ni uno sólo merece la pena…) No creo que haya que dejarles campar a sus anchas, pero tampoco creo que esa sea la manera, porque además, no funciona; si lo hiciese, no tendríamos que repetir el «siéntate bien» una media de diez veces por comida.
Cuando el Primer Sol recorría la casa gateando, empezó a desarrollar su gusto musical aporreando el radiador. Yo le prevenía que podía quemarse, pero nueve meses, poco conocimiento del idioma y ninguna experiencia con el calor intenso, estaba claro: un día plantó su manita en el radiador caliente.
Y el niño hizo gala de una inteligencia sublime: desde entonces, cada vez que se le apetecía dar rienda suelta a su sonoridad, acercaba despacio un dedo al radiador. Si estaba frío, había concierto, si no, colgaba el ‘no hay entradas’. Realidad 1 – Mamá 0. Y el radiador no tuvo que repetírselo ni una vez más…
Los Soles y las Estrellas no son ya bebés a los que haya que proteger de los radiadores, pero tampoco lo son para que ellos mismos, con su experiencia, entiendan que si no preparan sus cosas para el cole, cuando las necesiten, no lo tendrán. Que si no vienen cuando llaman a cenar, no les dará tiempo a terminar y se acostarán con hambre. Que si no se ponen la chaqueta, pasarán frío.
Algún paseante habrá que piense que menudos padres, que con el frío que hace y llevan al niño sin chaqueta, pero sinceramente, no viven conmigo ni tienen mi responsabilidad como madre y remadre… (¿Malamadre? Claro!) Confiaré en que la próxima vez, cuando les diga que hace frío, se pongan la chaqueta, para que algún día, ellos sean capaces de valorar por sí mismos si hace frío y si tienen que coger o no la chaqueta. ¿No es difícil decidir si ponértela o no si no sabes lo que es el frío, si siempre has estado calentito? ¿No es difícil que valoren tu criterio si no lo ponen a prueba…? ¿No es mejor que confíen en ti porque eres digno de confianza, no por el mero hecho de ser su madre o su padre y tener el ‘poder del castigo’ a tu disposición?
¿Te pondrías tú la chaqueta sólo porque te lo mandan?, ¿lo harías si no estuviesen tus padres mirándote y con el castigo listo si no lo haces?
¿Y si más adelante no es una chaqueta? ¿Y si se comportan de determinada manera delante de ti pero como no han entendido el espíritu de ese comportamiento lo hacen de otra cuando tú no estás? ¿Si no estamos dispuestos a que asuman las consecuencias de no ponerse una chaqueta… estaremos dispuestos a que asuman las de algo más grave? No creo que me duela menos el sufrimiento de mis hijos cuando sean más mayores…
Muchas preguntas y de momento pocas soluciones, pero sin las primeras nunca buscaría las segundas, ¿no?
Advierto que acabo de estrenar la sección ‘Pensamientos’, así, porque sí, porque tengo muchos y no me caben en la cabeza :) Necesito sacarlos a pasear, que les acaricie la brisa, observarlos con diferente luz, que se liberen de accesorios, se enriquezcan con nuevos matices… y entonces, repensarlos, guardarlos de nuevo en mí más sencillos y a la vez más maduros. No los coloco en cajones sino el baldas, para que se sientan libres de ir y venir y sigan creciendo, evolucionando…
Hasta ahora eran sólo míos pero, quién sabe, quizá ahora saquen otros pensamientos a bailar…
Ago 17, 2014 @ 10:56:03
Nosotros también creemos que el mejor modo de enseñar a un niño las cosas importantes es que las aprendan ellos mismos. Nunca sabes de verdad que te has mojado hasta q te pasas un día entero incómodo porque te has empapado y no te puedes cambiar. Si tu madre te lo dice mil y mil veces más al final terminas x llamarla pesada y el primer día q no te lo dice es cuando lo aprendes. Así fuimos y así somos todos!! Bonitos pensamientos!
Ago 18, 2014 @ 17:03:14
Jajajaja! Cada uno con su anécdota que le marca en este tipo de cosas!
Recuerdo que mi madre en la adolescencia me aconsejaba cuando le contaba cosas de amigas, por ejemplo, y yo nada, contra el muro con más fuerza, pero es que no podía evitarlo: tenía que hacer lo que yo creía que era conveniente, si no me daba la sensación de que me perdía algo y lo perdía yo, no mi madre…
Por otra parte, sigo en las mismas, jajajaja, que mi madre es de las de «¿pero tú sabes dónde te estás metiendo?» y yo lo tomo como señal inequívoca de que tengo que seguir!!!
Ago 17, 2014 @ 17:56:54
Bueno, yo creo que como con todo tiene que haber sentido común. Es indudable que las normas son necesarias en la convivencia y a veces las normas hay que imponerlas, porque un niño por sí mismo no las conoce. Un niño viene en blanco, ni bueno ni malo, en blanco. Mi deber es enseñarle las normas y darle herramientas para que sea capaz de vivir en una sociedad respetando a todo el mundo. Y claro, a veces castigo,pero un castigo siempre es la consecuencia de algo que ha pasado ( el 90% de las veces porque se han pegado; si yo le pego a alguien por la calle te aseguro que también recibiría mi castigo) mi trabajo es impartir justicia casera, ellos mismos me lo piden. Y por supuesto también levanto la voz,y pierdo la paciencia o amenazo cuando toca, no aleatoriamente;y no me siento culpable ni nada, no se, también hago el monguer, les doy mil besos, juego con ellos o toco la guitarra. Soy una madre, es lo que hay.
Ago 18, 2014 @ 18:31:41
Yo también lo veo así, pero es que a veces tengo la sensación de que hay cosas que se saben de memoria, y me canso de oírme «ponte las zapatillas», «siéntate bien», «a comer» y, según y como, sin problema, pero algunos días sorderetas total… para ellos seré la pesada del «no te limpies en la camiseta» y para mí… ¡¡también!!
Y tengo claro que la amenaza («como te vuelvas a limpiar en la camiseta, no hay postre») y el chantaje («si no te manchas la camiseta en toda la cena, tienes un bombón») funcionan por igual: nada de nada, porque a los tres días estamos en el mismo sitio… yo en el mío (preguntándome por qué, por qué, por qué), ellos en el suyo y la camiseta en la lavadora… Lo mismo debería darles una «tablita vintage» y dejarles que se hagan la colada…
La verdad que con las peleas no tengo mucho problema, con ninguno de los cuatro… cruzaremos los dedos!
Qué difícl es conjugar las dos caras de la maternidad, y menos mal que sabemos disfrutar la otra!
Un beso grande, Blanca!!
Ago 18, 2014 @ 23:59:25
Muy de acuerdo con las dos. La verdad es que les repetimos tanto las cosas, les preavisamos tanto… Y se nos olvida que nadie escarmienta en cabeza ajena. Si no lo hacemos los adultos, ¿cómo van a razonar eso los niños? Lo cual no quita por supuesto para que seamos sus guías, sus «ponedores» de límites y, sobre todo, sus padres.
Ago 19, 2014 @ 14:06:14
Conocía el refrán pero me ha gustado que lo recordases…
Supongo que el «arte» está en guiar permitiendo que se equivoquen y aprendan, y el reto es hacerlo cuando estás mirando el reloj porque llegas tarde, cuando que se terminen la leche de repente se vuelve más importante que que se la sirvan con cuidado.
Oye, poco a poco sacamos luces de aquí!
Un beso y mil gracias por tus palabras, Sara!
Ago 18, 2014 @ 14:58:33
Buenos pensamientos. Yo tb creo que es mucho mejor sentarse y hablar con ellos tranquilos y explicarle las cosas a castigos y amenazas. Yo creo q lo captan mejor. Pero al fin y al cabo es mi opinion y cada madre tenemos una.
Ago 18, 2014 @ 23:46:22
A lo mejor nos falta eso a veces, explicarles más las cosas y no dar por supuesto las razones por las que es mejor usar la servilleta que la camiseta!
Madre no hay más que una, pero tipos de madres, un montón ;)
Un abrazo, Maripaz! Y felices lo-que-queda de vacaciones
Ago 19, 2014 @ 13:28:01
Uf! A veces ya estoy cansada de escucharme a mi misma, y la sonatina se parece «Siéntate bien», «No te levantes», «Te vas a caer», «Come, o viene el camarero y te lleva a la cocina» (come fatal, poco y lo que quiere) «Si te lo comes todo, tendrás una sorpresa»…. etc.
No sé dónde está el límite entre el lienzo en blanco, pintarlo a nuestro gusto como si fuera una lámina de Ikea o que «pinten» ellos a su gusto. Qué fácil parecía, y que difícil resulta ser una madre educadora y no una controladora.
Gracias por compartir tus pensamientos!
Ago 19, 2014 @ 15:51:27
Y se supone que ésta es la parte fácil, Laura! O_o
Tal vez haya que dejarles pintar pero dentro del lienzo que les proporcionemos, e ir dando lienzos cada vez más grandes…
Queremos que estén sentados y a la vez que sean curiosos, que hagan caso y a la vez que tengan iniciativa, que no se emberrinchen pero que sepan expresar sus emociones… ¡a veces me parece que somos menos indulgentes con ellos que con nosotros!
Poco a poco, teniendo en mente nuestros objetivos como padres y parándonos de vez en cuando a reflexionar, iremos por el buen camino, ¿no crees?
Un beso muy fuerte!
Ago 19, 2014 @ 13:42:53
La verdad que este pensamiento tuyo, yo también lo he tenido muchas muchas veces. Y a pesar de proponerme no estar tan encima de ellos, y reiterando día a día las mismas frasecitas…. para mí es inevitable!!!! ainssss……
Ago 19, 2014 @ 15:56:31
¿Y si un día no lo hacemos y vemos qué pasa, Bea? Si en vez de esforzarnos por corregir nos esforzamos en callar y ver qué pasa… ¿no es mejor que se caiga un vaso y no tener que estar repitiendo «cuidado con el vaso, que ahí se va a caer…»? ¿Qué es un vaso comparado con las horas de charla? Yo hasta el de la cristalería buena, oiga :)
Un beso, linda!
Ago 30, 2014 @ 17:54:25
Me encanta leerte, Ana, y hoy has dado en mi talón de aquiles y darme cuenta de lo pelma que soy (aunque ya lo sabía). Me aburro y me canso a mi misma de las veces que repito las cosas, aunque creo, que muchas veces hace callo, y me sorprendo a mi misma cuando me hacen caso si no estoy tan encima. Este curro es duro, amiga, y más aún cuando te cuestionas todito lo que haces. Cada día, solo me pregunto si lo estoy haciendo bien y la mayoría de las veces la respuesta es «ni idea, espero que si». Besos, querida
Ago 31, 2014 @ 23:57:02
Ay, Cristina, qué te voy a dicir… yo también me repito, yo también me sorprendo y yo también me cuestiono… pero mira, visto así, no parece nada malo, sino al contrario… Podemos hacerlo mejor o peor, pero la que crea que lo hace perfecto, nunca mejorará, ¿no crees?
Tú no te preocupes, que si encuentro la solución, ta mando un whatsapp urgente :) Aunque de momento, podemos probar a relajarnos y disfrutar de ellos!
Un beso, guapísima!