El Segundo Sol y las teorías educativas (y 2)

Estimado Segundo Sol,

Acusamos recibo de las necesidades manifestadas e iniciamos diversos trámites para dar cumplida respuesta a cada una de ellas.

Quedamos a la espera de conocer su satisfacción con las medidas adoptadas y aprovechamos para enviarle un cordial mordisquito.

Atentamente,

Equipo Directivo de la Refamilia

Cada uno a su ritmo

Pues si, cariño, cada uno a su ritmo y yo la primera, que si bien es cierto que no tengo que colocar todos los lego en una formación muy concreta antes de ir a lavarme la cara, también lo es que mi recién descubierto espíritu instagramero me susurra que tengo que fotografiar algo sí o sí, incluso aunque se enfríe la cena ;)

Y he hecho un gran descubrimiento al respecto: para poder ir despacio, necesitamos más tiempo. Tiempo para disfrutar de nuestras cosas propias y entre nosotros. Tiempo para que no tengamos que mirar el reloj constantemente y podamos estar en el ahora sin pensar en lo siguiente.

Me he dado a la loca vida de priorizar y ya no pretendo hacer mil cosas a la vez, sino disfrutar de la que tengo entre manos cada vez. A veces levantarse un poco antes y disponer de ese tiempo es más importante que quedarse diez minutos más en la cama. A veces hay que marcar tiempos para no robarle tiempo a lo siguiente (si se alarga la cena innecesariamente, nos metemos en la ducha atacados, o nos saltamos el cuento, o se me escapa algún grito… y no merece la pena)

Así que ahora, para que cada uno pueda ir a su ritmo, vamos a marcar mejor los tiempos, sin prisas, y dentro de cada tiempo, disfrutaremos más…

Necesidades de los hijos. Marcar, capturar, disfrutar del tiempo

Sólo conmigo

¿Tú no conocerás a unas chicas majísimas de un taller al que fuimos hace unas semanas el Cielo y yo, no? El nombre nos cautivó desde el primer momento:  “Obediencia, esa gran desconocida”. En él, entre otras cosas, nos animaron a pasar con cada uno de nuestros hijos un momento en exclusiva, para que se sintiesen atendidos y queridos como individuos, a escuchar sus necesidades como hijos. No tiene que ser un gran momento o una actividad extraordinaria… basta con que empanes los filetes con el cocinilla de la familia o dediques unos minutos diarios a hacer un puzzle de 1000 piezas con el aficionado de la familia. Venga, Solecito, confiesa… hablaste con ellas primero…

En el taller apuntaban que si te sientes arrullado, no necesitas llamar la atención con otro tipo de comportamiento, pero no destacaban lo mejor: poder disfrutar de unos minutos con cada uno de tus amores todos los días… Y en el caso de la Refamilia, pasar un ratito con hijos propios y ajenos cobra especial importancia, así que nos esforzamos por encontrar los huecos. Si no los buscas, otras tareas mucho menos importantes llenan tus días.

«¿Te acuerdas de cuando me operaron y estuvimos tú y yo solitos en casa jugando a los lego y al iPad y me hiciste fideuá?» Claro, mi amor, para mí esos días contigo también fueron como el «simpre nos quedará París»…

El lugarcito

Todos necesitamos nuestro sitio, en nuestra familia, en el cole, en el mundo… Y yo quiero que tú tengas el tuyo en casa, así que ya tengo excusa para ir a Ikea, comprar una mesa plegable, unos cajoncitos de cartón, una alfombra y unas pegatinas, y el Cielo y yo encantados de crear una ikeana para ti. Este es tu lugarcito perenne, Segundo Sol, a los pies de vuestra cama nido.

Un lugarcito para el Segundo Sol

(El Primer Sol y las Estrellas han pedido un lugarcito propio, pero ninguno es tan persistente como el Segundo, así que se ha quedado en capricho pasajero y no hemos tenido que poner mesas plegables por toda la casa :)

Yo quiero hacer lo que me dé la gana

Ya. Y yo. Pero hijo, hacer lo que uno quiere en todo momento sin orden, concierto ni esfuerzo, no da la felicidad, y yo quiero que sepas ser feliz con lo que tengas

El otro día que no te dejé hacer una de sus ocurrencias, llorando me soltaste que soy la peor madre del mundo… Madre de edición limitada, por supuesto, Malamadre, como la que más, pero ¿¿mala madre?? Iba a montar una tragedia griega, pero me contuve y te dije, muy digna “Pues cuando quieras que te haga mimitos, que te cuente un cuento o que te dé la mano por la calle, te diré que no. Así seré mala de verdad y no tendrás que decir esas mentiras tan gordas”. Me miraste y me dijiste, muy serio “En eso eres la mejor mamá del mundo; sólo eres mala en regañar”. Yo no sé si soy de las buenas o de las malas, pero soy de las que se derriten, sin duda, y tú lo sabes…

Eres, con diferencia, el que más quebraderos de cabeza da con tu forma de ser digamos “autodidacta”, pero yo me siento orgullosa de ti, no puedo evitarlo. No es sólo orgullo por que quieras encontrar tu camino, o porque pongas los medios (o los taburetes) para alcanzarlo: es orgullo porque sabes identificar tus necesidades y sentimientos y no te duelen prendas en expresarlos en voz alta. Te sorprenderá encontrar en la vida adultos que aún deben aprender a hacer ambas cosas.

Hasta el infinito y más allá, sin dudaHasta el infinito y más allá, sin duda ¿Te podemos acompañar?