Tengo una amiga…

portada natalia y yo post#hellocreatividad

Tengo una amiga que se llama igual que mi primera hija. He tenido a mis niños y las Estrellas venían con el nombre puesto, pero igualmente ése sigue siendo su nombre.

Nos llevamos dos años y hemos pasado 26 viviendo juntas, ella en el 4º y yo en 5º piso. Cuando yo era pequeña siempre pensaba «el año que viene avanzo un curso y el siguiente ya vamos juntas a clase». Nos peleábamos por ir al lado de los botones en el ascensor y cuando no quería ponerme ropa nueva, mi madre me decía que era suya y yo me quedaba tan contenta. Ella decía que tenía un don porque sabía mover las orejas y yo la creía, aunque era incapaz de mover las mías. En la habitación de su hermano me hice pis un día de tanto reír, y nuestras Barbies protagonizaron mil historias de amor de película. Escribiendo esto me viene a la cabeza un papel pintado de flores y pájaros que tenía en su habitación…

En las vacaciones de Navidad nos tirábamos 15 días la una en casa de la otra, y cuando nos traían los regalos, mi hermano y yo teníamos que esperar una eternidad para bajar a enseñar los nuestros, porque en su casa son dormilones hasta en fiestas tan señaladas. Hemos ido juntas a festivales de ballet a hacer el pato y se partió un diente por esquivarme, aunque mi madre se sigue acordando de aquella cajita de música rosa que rompió :) Hemos compartido academia de dibujo y multitud de compras y he metido la pata mil veces con ella, pero lo que más hemos hecho juntas es reír

Ha aguantado estoicamente todos mis desvelos amorosos, y nunca me ha censurado por nada. Siempre he pensado que podría ir y contarle que he matado a alguien y que ella me diría «Has hecho mal, pero te apoyo».

Ella siempre está ahí. Es una roca a la que asirme en mitad de la corriente. Mi vida pasa, pasan los amores, los cursos, los amigos, los trabajos… y ella no pasa. Desde que no vivimos juntas tenemos nuestras rachas, que el día a día es muy egoísta y no nos suelta a menos que nos lo propongamos, pero ahí está. Aquí estamos.

Ahora ella no se siente valiosa y sí afortunada por tenerme a mí, pero eso no tiene ningún sentido… Ella siempre ha sido mi modelo, mi apoyo, la que me ha enseñado lo que es la generosidad, porque es, junto con el Cielo y mi madre, una de las personas más generosas que conozco. Yo soy porque ella es, y si ahora el viento no sopla a su favor, yo quiero ser la roca en mitad de su corriente.