Co fundadora y CoCEO de mi propia familia. Tantas cosas en la cabeza tenían que salir por algún lado...
cosas de pequeños
Éste es el cajón que cualquier niño podría abrir, lleno de cosas divertidas, ocurrencias, frases, vivencias desde otro punto de vista…. También cosas que, aunque puedan ser de mayores, también les afectan a ellos.
Pero, ¿alguna vez dejamos de ser niños? Quizá éste es también nuestro cajón ;)
Sé lo necesario que es hablar con los niños, de cosas vanas y de cosas importantes, con sinceridad y a su nivel, pero a veces me parece que no sólo es necesario para ellos, sino para mí también. Hace unos días, conduciendo, uno de mis momentos favoritos para charlar de todo y nada (y para soltar rollos, todo sea dicho) les suelto:
“Chicos, voy a seguir trabajando en la Máquina de Caramelos, pero me apetecía hacer cosas nuevas y en vez de continuar en el sitio en que estoy ahora, voy a otro departamento.”
“¿Y te quieres ir, mamá?”
“Sí, pedí yo cambiarme, pero ahora estoy un poco confusa: tengo ganas de hacer cosas nuevas y a la vez me siento triste por dejar a mis compañeros.”
Hace unos días en la Refamilia volvíamos a estar de celebración: nuestra Estrella Mayor cuenta ya 9 años. Yo no he vivido sus primeros 7, pero será genial compartir los próximos 70 :)
El cumpleaños fue muy especial para mí; los días y horas previos fui un manojito de nervios porque, para variar, me hubiese gustado preparar mejor las cosas, pero al final la felicidad real supera a la imaginada. Las cosas fueron a su aire, como siempre y, aunque no hicimos algunas de las programadas, surgieron otras maravillosas.
La primera parte del cumple fue el DIY de los adultos. Do galletas de gengibre yourself, palmeritas yourself (Cumpleaños DIY, sin duda :) y cúrratelo-para-que-coman-fruta-en-un-cumple yourself para merendar. ¿Y cómo se consigue lo último?, con un truco llamado mini fuente de chocolate…
Nota para lanzar a gusto una piedra sobre mi propio tejado: las fotos son un desastre. Las hice de noche, sin haber empezado el Hello!Fotografía de Begoña y, a pesar de mis ratos largos con los editores de imagen, no consigo milagros, no sé por qué será… Aviso porque siguen como 30 fotos en formato collage que, como veréis, me tengo trilladas todas las plantillas.
Con las Estrellas esto del divorcio y descasarse no ha estado tan claro como con los Soles, lo que ha supuesto alguna que otra angustia, pero más que nuestra (que también) de las niñas.
Al principio simplemente parecía que la Estrella Mayor no llevaba muy bien que sus padres viviesen en casas diferentes. Si algún niño le preguntaba que a dónde iba cuando su padre la recogía un viernes, lo ignoraba, y era la Estrella Menor la que contestaba “A casa de Papá”.
Un verano, cuando tenía 7 años, estaba jugando en la piscina con una niña más pequeña, y el Cielo, escuchó como le contaba:“Vivo aquí con Papá, porque mis padres están casados pero viven en casas diferentes”.
Como sus padres no vivían juntos desde sus 5 años, la Estrella Mayor suplió lo que no le explicaron con pura lógica: sus padres estaban casados pero no vivían juntos. Tanto se había acomodado en su escudo, que cada vez que el Cielo intentaba explicarles que su madre y él estaban divorciados, ella respondía con rabia, negándolo, ante el desconcierto de la Estrella Menor, que desde que tenía un año llevaba viviendo una realidad de familia divorciada sin haberle puesto etiquetas y con naturalidad, sin pensar en lo que era “normal” o en lo que podría pensar el resto del mundo.
Buscando un cuadernito para anotar las locas ideas que corretean por mi cabeza, y con ánimo de no comprar nada innecesario con mi ya comprometido sueldo, he encontrado un pequeño tesoro: un cuaderno donde, en una época en la que yo era una ingenua madre 1.0, anotaba las cosas dignas de recordar que decía el Primer Sol. ¡Sus primeras frases célebres caseras!
Y así, tal cual están apuntadas, las transcribo, para que no parezca que sólo los pequeños tienen frases geniales (eso sí, me guardo algunas para otro post de éstos entre tensión y tensión…)
Con casi tres años, yo le hablaba mucho de mi abuelo, mi avi que estaba en el cielo. «Mamá, voy a crecer tanto que tocaré el cielo y veré a tu avi«. Se me saltaron las lágrimas y el abrazo que le di aún debe dejar marca…
Noviembre de 2010, con 4 años: «Soy el rey del kárate«. «¿Y tu cinturón?» «No tengo cinturón, pero los reis no necesitan cinturón«. Está claro que los reis no necesitan perrito que les ladre.
Han pasado tres días desde que llegaron los Reyes Magos, y una que es afortunada en amores, sigue recibiendo regalos… El de hoy me lo concede mi amiga Lorena, que ha publicado esta maravilla de post en su blog: ¿Tú crees en la magia?
No tengo palabras para expresar lo honrada que me siento. Mil gracias…
Como anticipa Lorena, la Magia de los Reyes Magos fue uno de los momentos más mágicos de estos días… El Segundo Sol desenvolvió su regalo, miró la caja y dijo «Tiene una C, ¡mi letra!» y la abrió con cuidado. «¡Un diploma!» Les encantan los diplomas, porque a veces les hago algunos en vacaciones, de titulación tan variada como a la más bailonga, al más lento comiendo, al más creativo, a la más colaboradora, al más responsable… incluso almás llorica, que a veces está reñido… «Creo que es una carta de los Reyes, ¿quieres que te la lea?«.
Se la estuve leyendo despacio, entonando mucho y poniendo énfasis en la Magia de la Imaginación. Él mientras jugaba con su dragón nuevo, y yo pensaba que no estaba escuchando. Era una de las posibilidades. De hecho, no era la peor, porque no parecía decepcionado. Cuando terminé anunció «Soy mago, mamá» y mi sonrisa ocultó lágrimas de madre. El Primer Sol y las Estrellas también habían puesto la oreja (no todos los días los Reyes escriben a alguien de la familia), e hicieron preguntas, valorando la cantidad de Magia que ellos mismos poseían.
Cuando éramos minifamilia, inventé con los Soles un código para decirnos te quiero cuando íbamos de la mano por la calle: un simple apretón en la mano del otro. Así, nos queríamos más cuanto más conseguíamos aplastar los dedos del ser amado. Nos queríamos de repente al cruzar la calle o al subir las escaleras, a veces uno quería primero y luego el otro le correspondía. Y con cada apretón, invariablemente, una sonrisa :)
Cuando el Cielo y yo empezamos a cogernos de la mano y a tocarnos el corazón, le susurré esta nueva forma de amor, que él a su vez enseñó a las Estrellas…
La mañana de Reyes iba con la Estrella Menor de la mano, después de comer, y se la apreté. Ella me miró y me devolvió el apretón. Al momento, frunció un poco el ceño y me dijo: «Bueno, te quiero pero sólo un poquito, porque quiero mucho a mi mamá…» «¿Sabes lo mejor del amor, Estrellita? Que puedes querer a muchas personas toooodo lo que tú quieras, porque no tienes que repartirlo: siempre tienes más y más.» Segundos de reflexión, nueva sonrisa y nuevo apretón…
En general disfrutamos de una Refamilia feliz, pero a veces se viven momentos muy complicados… Incluso en esos en los que hay que reprimir las ganas de llorar y en los que un abrazo es una tabla de salvación, hay sitio para una sonrisa :) Uno de los momentos especiales y terapeúticos de estos días ha sido preparar una caja morada de Magia para el Segundo Sol.
Podría pensarse que el crío pidió la Magia de los Reyes Magos y se olvidó del tema, pero hemos tenido Magia todos los días… «Jo, chicos, qué cansada estoy con tanto preparativo«. «No te preocupues, Mamá, que cuando los Reyes me traigan la Magia te voy a hacer un robot que cocine, ponga el lavavajillas… y nosotros no pondremos más la mesa ni recogeremos nuestro plato«. No sé que opinará el sindicato de robots imaginarios de estas condiciones laborales…
Me chiflan los Minions, y comenté que quería tener uno, pero uno de verdad, como en la peli, no un muñeco. El Primer Sol «Pero Mamá, son sólo dibujos, no puedes tener uno de verdad«, y Segundo Sol al rescate del Reino de Fantasía: «Mamá, yo te hago uno con mi Magia«. Pues me encantaría, la verdad…
No es que necesite ayuda, es que ¡necesito un milagro de los de película yanqui de Navidad!
El viernes toda la clase del Segundo Sol fue en peregrinación al buzón de correos que hay en frente del colegio a echar la carta a los Reyes Magos. Este año los Soles y las Estrellas pasan Nochebuena y Navidad en sus otras casas y Nochevieja y Reyes en refamilia, así que estos días hablamos por Skype.
«Cariño, la profe me ha mandado una foto y te he visto echar la carta en el buzón… ¿qué le has pedido a los Reyes?«
«Magia, un ghzhdz de Skylanders«, que no sé lo que es… para que no se dude de la veracidad de la conversación, otras tres ó cuatro cosas más dicha tipo lista de los reyes godos «y unos propulsores«.
«¿Propulsores?«
«Sí, para montarme«
Busco una salida honrosa a los propulsores inexistentes en el mercado y, en cualquier caso, fuera de mi alcance y de mi intención de no ir a urgencias más de lo estrictamente necesario: «Ahhh… Pues son muchas cosas, ¿no?, a lo mejor no te lo traen todo…«
«Lo que seguro, seguro me traen es la Magia.«
Vaya, no me había dado cuenta de ésa…: «¿La Magia?«
«Sí, eso lo tienen… les he pedido que me traigan su Magia, la Magia de los Reyes Magos.«
Por favor, oxígeno y desfibrilador… «Pero cariño… ¿cómo te lo van a traer?, ¿en qué viene eso, si la magia no se ve?«
«Lo traen en una caja morada. Mamá, ya lo verás.«
No sé cómo vamos a salir de ésta, de verdad… ¿Alguien sabe dónde venden propulsores…?
Cuando al Primer Sol le dijimos que ya no estábamos casados, acuñó el término descasados, que a nosotros nos ha resultado muy apropiado, infinitamente superior a divorciados. Así fue como mis hijos vivieron el divorcio, y estos son retazos de sus reflexiones solares:
Primer Sol, a los pocos meses del divorcio: “Mamá, ¿la gente descasada se puede volver a casar?”. “¿Entre ellos o con otras personas?”. “Entre ellos otra vez”. “Bueno, sí, se pueden casar otra vez, pero es muy difícil enamorarse dos veces de la misma persona”. “¿Para casarse hay que estar enamorado?”. Ángel mío. “Si, cielo, hay que estar muy enamorado, es muy importante”. “Ah”. Ni idea de lo que es estar enamorado, claro, pero precisamente por eso, muy difícil de rebatir…
Vale, ha durado algo así como 7 minutos, que es el tiempo que ha transcurrido desde el «¡Corre, coge la cámara!» hasta que han empezado los «No me dejas sitio», «No, te has movido tú», pero han sido 7 minutos geniales…